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Reportaje:

José Varela Rodríguez

Salvó a 20 personas, de ellas una decena de niños, en la catástrofe ferroviaria de Alcafaches (Portugal)

José Varela Rodríguez, de 33 años, natural de la localidad lucense de Mañemte, casado y literista de la compañía Wagons Lits, ha sido el héroe de la catástrofe ferroviaria de Alcafaches, que estremeció Portugal y aún prolonga la incertidumbre sobre el número real de pasajeros muertos. "Lucho con todas mis fuerzas para hacerme a la idea de que yo no viajaba en el expreso 315 entre Oporto y Hendaya", dice con tristeza. Pero lo cierto es que sí viajaba en el segundo vagón de literas y que, gracias a su tenacidad y a su esfuerzo, no sólo salvó su vida, sino la de al menos 20 personas más, entre ellas una decena de niños.

"Pocos minutos después de salir de la estación de Nelas yo estaba sentado en mi compartimento del segundo vagón de literas. Acababa de entregar los formularios a los viajeros, en su mayoría emigrantes, y esperaba a que los rellenaran. De pronto noté un gran frenazo del tren. Instintivamente me cubrí la cara con dos almohadones. El tren había descarrilado. Sin pensarlo apenas, conseguí romper la vidriera con una mesa de mi departamento y salí afuera, rodeado por el resplandor de las llamas".El surexpreso 315, en el que Varela viajaba, llevaba máquina, tres vagones de literas y cuatro vagones, más de segunda. "El depósito de gasoil del tren regional Guarda-Coimbra, contra el que acababa de chocar el surexpreso 315, salió despedido por el encontronazo unos 60 metros y se precipitó contra el vagón de literas contiguo, detrás del que yo ocupaba. Allí hubo el mayor número de víctimas. Casi todos murieron calcinados".

"Mi obsesión primera fue rescatar a los pasajeros y a mis compañeros españoles, José Calvo Manzano, extremeño, y Celedonio Fernández González, salmantino, que viajaban como literistas en los otros dos vagones-cama. Me encaminé hacia los otros vagones. Cogí un hierro y rompí las lunas del vagón delantero, que ardía por los cuatro costados. Por el agujero que hice salió Calvo Manzano. Le recibí con alegría infinita. Con su ayuda conseguí hacer salir a unas 15 o 20 personas, una decena de niños de unos siete u ocho, años que se encontraban como desorientados y aturdidos. Los pusimos a salvo".

"Como mi cuerpo se hallaba lleno de sangre de los heridos que había rescatado, los bomberos creyeron que había resultado lesionado y me quisieron evacuar, pero yo no quise. No estaba herido y no renunciaba a encontrar con vida a Celedonio. Casi una hora después del impacto lo hallamos. Estaba completamente desconcertado. Se quejaba de fuertes dolores en el pecho y estaba muy conmocionado, porque viajaba en el vagón de cabeza. Pese a todo, había sobrevivido".

Al preguntarle qué se siente en los primeros segundos tras sufrir un accidente como el que él padeció, José Varela responde, tras un dilatado silencio: "Se sienten unas ganas incontenibles de vivir, de escapar de la muerte". Desde su casa de una urbanización en Mendelu, de Fuenterrabía, José Varela quiere olvidar el accidente a toda costa. También ha olvidado los otros desastres ferroviarios que sufrió en Pombal y en Fornos de Algodre, ambos en Portugal. Su perrita Luna ladra gozosamente al saber que su amo ya está en casa. No lo sabe, pero José Varela ha regresado vivo del infierno.

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