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En pos del equilibrio

El tai-chi es un antiguo concepto filosófico chino. En su forma externa se manifiesta en una continua sucesión de movimientos lentos, suaves y circulares, porque entre uno y otro no hay una ruptura brusca del ritmo, regidos por la mente y coordinados por la respiración. Estos movimientos tienen como fin conseguir equilibrio, armonía, larga vida y una capacidad de defensa personal.

Los ejercicios no son violentos y no van encaminados a generar violencia, como otras artes orientales. En total son 80 movimientos distintos, con nombres tan sugerentes como llevar el tigre a la montaña, la aguja en el fondo del mar o la serpiente blanca clava su lengua. El tai-chi procede de la observación de los animales y de la naturaleza.

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Los ejercicios básicos son 13, que consisten en basculaciones del cuerpo de derecha a izquierda y viceversa, de atrás hacia delante y de aquí hacia atrás, y en empujar, sujetar, romper, juntar y golpear el aire suavemente con los brazos y las manos. Con su práctica se consigue respirar correctamente. Al inspirar y espirar el aire muy despacio durante los 80 movimientos se logra un estado de relajación y la mente se queda vacía, como en blanco, pendiente solamente de coordinar respiración y movimiento.

No se sabe con certeza quién fue el creador del tai-chi. Según la teoría más popular, un legendario monje taoísta llamado Chang Sang Feng, conocido como el inmortal, creó el tai-chi después de observar el duelo entre una grulla y una serpiente.

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