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Una ola de huelgas en Túnez romperá el consenso nacional ante las presiones libias

ENVIADO ESPECIALLa unidad solidaria alrededor del Gobierno de Túnez, que se produjo en las últimas semanas debido a las expulsiones masivas de Libia de obreros tunecinos, tiene ya la primera brecha. La Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT) ha decidido mantener la convocatoria de la serie de huelgas previstas a partir de hoy en numerosos sectores de la actividad económica del país, tales como correos, transportes, turismo y otros servicios, y desoír así el llamamiento a una paz social durante tres meses que le hizo el Gobierno.

El Gobierno tunecino, como represalia, ha dispuesto que la Administración no deduzca en adelante el 1% de los salarios que venía descontando de oficio para financiar la actividad sindical. Asimismo ha dispuesto que todo trabajador que quiera dedicarse en exclusiva a la actividad sindical deberá pedir la excedencia.

Éste es el ataque más importante contra el sindicato mayoritario UGTT llevado a cabo por el Gobierno en los últimos años, y puede enrarecer las relaciones entre el Ejecutivo y los sindicatos y la oposición, ahora que comienza el. nuevo año laboral. En cualquier caso, confirma la involución del régimen tunecino desde las revueltas del pan de enero de 1984. La Prensa oficial ha criticado en los últimos días a la UGTT, primero porque su condena de las expulsiones de los obreros tunecinos de Libia le parecía demasiado blanda y ahora porque ha decidido no anular las huelgas.

El líder libio, coronel Muammar el Gaddafi, ha querido ciertamente castigar a Túnez después del viaje del presidente Habib Burguiba a Washington en junio pasado, y el mismo Gaddafi confirmó en su discurso pronunciado ante una nueva promoción de oficiales en Trípoli el jueves pasado que estaba dispuesto a "realizar la unidad árabe por la fuerza" y a castigar a todos aquellos que "hacen acto de fidelidad al imperialismo norteamericano". Gaddafi parece arrogarse el derecho a que sus vecinos árabes le pidan permiso si quieren mantener relaciones con EE UU.

La expulsión de obreros tunecinos de Libia crea a Túnez no sólo un problema social, sino económico, debido a la eliminación de las transferencias en divisas de estos trabajadores a Túnez. Las medidas de represalia libia han ido más lejos, según los tunecinos, y Libia tampoco ha respetado algunos de los compromisos comerciales contraídos con Túnez. La Prensa tunecina criticaba al Gobierno hace unos días por haber sido demasiado confiado y haber orientado parte del comercio exterior, principalmente las exportaciones de aceite de oliva hacia Libia.

Sin embargo, y al margen de estos problemas objetivos con Libia -que se incluyen en la difícil sucesión, en gestación, del presidente Burguiba, sobre la cual Gaddafí quiere influir-, parece que el Gobierno tunecino ha querido sacar partido interno a estas extorsiones libias y ha magnificado el problema. En primer lugar, existe una confusión sustentada por los medios de información tunecinos cuando hablan de 28.000 trabajadores expulsados hasta la fecha, lo cual no se corresponde con la realidad, ya que se trata en verdad de 28.000 personas expulsadas, incluyéndose en esta cifra a trabajadores y familiares.

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Petición desoída

Nadie menciona en Túnez que el Gobierno libio pidió varias veces al tunecino, a lo largo de este, año, que enviara una comisión del Ministerio de Asuntos Sociales para discutir los deseos de Libia de reducir progresivamente la mano de obra tunecina. Túnez hizo caso omiso de esta petición hasta el pasado mes.Ahora que e n el Magreb la unión libio-marroquí y el tratado de fraternidad tunecino-argelino-mauritano se perfilan como dos ejes, algunos sectores políticos preferirían que Túnez no estuviese en ninguno de ellos, pero sí en buenas relaciones con todos, especialmente con Marruecos, que a fin de cuentas es el país de la región de más afinidades políticas con Túnez.

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