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Reportaje:

38 'faros' contra incendios cubren la región de Madrid

En la región de Madrid existen 30 puestos fijos y ocho torres de vigilancia para la detección de incendios, que cubren una extensión de más de 1.700 kilómetros cuadrados. La misión de las personas que ocupan los puestos de vigilante durante el verano es la de avisar lo antes posible al parque de bomberos más cercano al lugar donde se produzca un incendio y coordinar posteriormente las tareas de extinción, aportando datos como el número de focos contabilizados en el incendio o la dirección que sigue el mismo. En todo el servicio trabajan más de 1.000 personas, de las cuales 700 son eventuales.

Más información
Un 1.000% más de hectáreas quemadas

En los días de viento, la estructura metálica de 21 metros se tambalea peligrosamente. Instalada a más de 1.200 metros de altura, la torre de vigilancia en la cima del monte de Zarzalejo domina gran parte del oeste de la región de Madrid. "En los días más claros se puede divisar un radio de hasta 40 kilómetros hacia el Sur; por el Norte ni siquiera se llega a ver El Escorial, porque lo cubren montañas más altas", precisa Ángel, natural de Zarzalejo, que considera su trabajo temporal de vigilante como una prolongación de su quehacer cotidiano.Ángel trabaja durante el año en la explotación de dos huertas familiares. Al empezar el mes de julio fue contratado por la Comunidad de Madrid, con &ras 46 personas, para cubrir los puestos de vigilancia forestal. Su turno habitual es de ocho horas, en relevos que cubren todo el día. Además de él, otras tres personas realizan las tareas de vigilancia en la torre del monte Zarzalejo.

La silueta de la antena emisora se confunde en muchas ocasiones con la de la misma torre. La de Zarzalejo cuenta además con una pequeña estación con dos paneles solares para el suministro de energía necesaria para el funcionamiento de la emisora y la iluminación de la torre.

Emisora y prismáticos

"La emisora y los prismáticos son nuestras herramientas de trabajo", comenta Ángel. A través del pequeño aparato que sirve también como emisor, Angel recibe todas las comunicaciones que se producen entre el personal que trabaja en el servicio de prevención y extinción de incendios de la Comunidad de Madrid. La radio le sirve también para ponerse en contacto con el guarda forestal que recorre la zona con su emisora portátil.Para coordinar la labor, una frecuencia asignada sirve para poner en contacto permanente y directo a las 39 emisoras fijas y las 169 móviles y portátiles repartidas entre parques de bomberos, puestos de vigilancia, vehículos de servicio y guardas. La central de comunicaciones se encuentra en la calle de García de Paredes, en el distrito madrileño de Chamberí, y desde allí se pasan rondas diarias a los puestos de vigilancia a las ocho de la mañana y once de la noche.

La zona que cuenta con mayor número de puestos de vigilancia de la región es la sierra oeste, donde existen cuatro torres (Las Rozas, Navalcarnero, Villaviciosa de Odón y Zarzalejo). Las restantes están repartidas entre la zona montañosa del norte (Valdelatas y Garganta de los Montes) y el este de la región (Arganda del Rey y Valdilecha).

El vigilante de la torre emplazada en el término de Las Rozas fue el primero en percatarse del incendio de Galapagar que destruyó aproximadamente 1.600 hectáreas de pinos hace dos semanas.

Por compañía, la soledad

Ángel siguió con su emisora y los prismáticos la evolución del fuego. "Al principio no parecía importante", señala, "pero al poco tiempo el vigilante de la torre de Las Rozas dio aviso a los parques de bomberos más cercanos, en El Escorial y en Collado-Villalba, para que enviaran cuanto antes sus dotaciones". A partir de ese momento, el vigilante se mantuvo en contacto permanente con los parques y con los efectivos desplazados al lugar del siniestro para informar sobre el número de focos del incendio, la dirección del mismo y la necesidad de nuevas dotaciones.La soledad del vigilante en su torre es fácilmente comparable con la del farero. "A veces se hacen interminables las ocho horas seguidas subido en lo alto de la torre", comenta Ángel. "Para combatir la soledad recurres a la radio, la lectura o el dibujo, pero nunca puedes descuidar la vigilancia. De cuando en cuando recibes una visita de algún amigo que te ayuda a amenizar la estancia durante un par de horas".

Ángel acaba su contrato en octubre. Se considera bien pagado y añade que no le importaría desempeñar un trabajo como éste durante todo un año. Pasado el verano, Ángel volverá a trabajar en las huertas que su familia tiene en Zarzalejo, con la esperanza de poder subir de nuevo en unos meses las escalerillas que le llevan a la plataforma de la torre de vigilancia, a 21 metros del suelo.

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