_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

OK

Patético final el de la tragicomedia reaganiana. Los urdidores del argumento y los inventores del personaje están dispuestos a que prosiga la serie hasta el final y obligan al actor a que ponga a cualquier cáncer buena cara. Al presidente Reagan parece como si le sentara bien ser tiroteado o tener cáncer intestinal o que le hagan una biopsia de nariz por si aparece un mal malo de piel. Inasequible al desaliento, el presidente se pone los tejanos sobre las cicatrices y los puntos de sutura, estimula el estirado de piel para conseguir una sonrisa y traza con dos dedos el círculo triunfal del OK. Y a su lado, Nancy, con ese aspecto de fugitiva de una noche loca con Gene Kelly cantando bajo la lluvia, bada siempre el claqué de los poscancerosos o los precancerosos. Está interpretando su penúltimo papel. El de la antiviuda. ¿Qué se persigue con este juego de títeres? Compensar el miedo social al vacío de poder o a la simple decrepitud del poder. La intención no queda demasiado lejos de la del apparatchik soviético cuando oculta los cadáveres de sus dirigentes hasta que rozan el faisandé. El poder sigue siendo algo telúrico y pararreligioso, necesita ciertos rasgos sobrenaturales en su escenografía, y al presidente Reagan le ha tocado el papel de no poder envejecer aunque reviente. Me decía un especialista en estética que el teñido de los cabellos de Reagan es excesivo: "Deberían dejarle algunas canas, aunque fueran pocas. Pero ese cabello que le pintan parece de muñeco de Disneylandia".Si el presidente Reagan muriera, y no estoy formulando ni un deseo ni una sospecha, sino simplemente una hipótesis, crearía un serio compromiso a sus maquilladores y remendadores. ¿Cómo es posible pasar de esa sonrisa de extrema salud crispada a una mueca fúnebre digna? Es cierto que en Estados Unidos el arte de embalsamar tiene un excelente tecnicolor, y nadie se extrañaría si Reagan apareciera de cuerpo presente guiñando un ojo sonriendo al borde del estallido de las junturas de su cuerpo y dos dedos en círculo remachando el OK. ¿Los hacedores del poder nos toman por imbéciles? ¿No será más cierto que somos patéticamente imbéciles y que todo imperio tiene el emperador que se merece?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_