Esos humildes setos
Rompen la monotonía y actúan como diques naturales
En un país como el nuestro, con grandes extensiones cultivadas, la naturaleza no sólo se refugia en los bosques y las montañas. A veces lo hace, con modestia, en los pequeños setos que separan parcelas de cultivo.Allí, entre los pocos majuelos, zarzas y rosas silvestres, hacen su nido los pájaros y excavan sus galerías los pequeños roedores, las comadrejas y los erizos. Fuera de la influencia destructora del arado proliferan las más variadas plantas silvestres y se agrupan los insectos.
Los humildes setos son bosques en miniatura con su microclima particular y, al igual que sus hermanos mayores, también andan muy castigados, en los tiempos que corren. Su principal enemigo son los nuevos métodos de cultivo, que requieren espacios amplios y despejados para el trabajo de los tractores y las cosechadoras.
Poco a poco la concentración parcelaria ha ido eliminando barreras entre los campos y con ellas la fauna y flora que éstas albergaban. La tendencia de la agricultura es siempre hacia la homogeneidad del paisaje, hacia el monocultivo, hacia la monotonía y el aburrimiento.
Ahorro de agua
Sin embargo, el pequeño seto cumple un papel destacado en los sistemas agrícolas. La compartimentacíón de la tierra es un arma inestimable contra la erosión. A menudo los setos actúan como dique natural frente a los movimientos de suelo y las raíces de sus plantas anclan el terreno, evitando la pérdida de los horizontes más fértiles.
También cortan el viento, haciendo aumentar la producción agrícola en los campos que protegen. Un buen seto, sobre todo si contiene algunos árboles de cuatro o cinco metros, puede suponer una cosecha de un 20% a un 30% superior en los 25 metros más próximos a él. La razón es evidente. El viento hace aumentar la evapotranspiración de las plantas y baja su temperatura. En un clima como el mediterráneo, en el que el agua es un recurso raro, ese ahorro se traduce en grano para el hombre o en hierba para el ganado.
Protegiendo nuestros setos no sólo conservamos los paisajes que nos son propios y la rica flora y fauna que contienen; también obtenemos una cosecha más abundante y un poco de sombra en el duro agosto. Además, ¿dónde, si no, vamos a poder comer la tortilla y echar la siesta?
UNO PARA CADA PAISAJE
En cada región española se hacen los setos con plantas diferentes. En el Norte se plantan con robles, tojos, diferentes especies de rosáceas, brezos y hasta con hayas. En el centro y Andalucía se hacen con aliagas, carrascas, majuelos, zarzas o acebuches. En la desértica Almería, donde las condiciones no permiten otras plantas, es frecuente ver setos de pitas y chumberas.
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