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Reportaje:

Son Sann

Primer ministro de la oposición camboyana, recorre el mundo para proclamar que sus partidarios siguen en pie

Milagros Pérez Oliva

El primer ministro del Gobierno de Camboya Democrática, que lucha desde Tailandia contra las tropas vietnamitas que ocupan Camboya, se encuentra en España en pleno peregrinaje diplomático por las principales cancillerías del mundo para reclamar más ayuda internacional y reafirmar su intención de proseguir la lucha contra el régimen apoyado por Vietnam. El próximo día 1 de julio Son Sann se entrevistará con el ministro español de Asuntos Exteriores, Fernando Morán.

Los 72 años cumplidos no le han impedido al presidente y fundador del Frente Nacional de Liberación del Pueblo Jemer, una de las tres fuerzas del Gobierno de coalición que se opone a la dominación vietnamita, atravesar varias veces el mundo, desde Washington a Madrid, pasando por Pekín, El Cairo, Tokio, Bonn, Berna y Estrasburgo, para pedir ayuda económica y apoyo político para forzar la convocatoria de elecciones libres en su país bajo la supervisión de las Naciones Unidas.Apenas terminada la mayor ofensiva del Ejército vietnamita, que dejó sin bases militares a los resistentes jemeres y los relegó a Tailandia, el pasado mes de abril el primer ministro Son Sann inició su peregrinaje mundial: "En estos momentos tenemos el apoyo de 110 países de la ONU. Ahora me dirijo a América Latina".

Esta ofensiva diplomática coincide con un significativo cambio en la estrategia militar de los resistentes. "Ahora ya no tenemos bases militares. Ahora hacemos una guerra de hostigamiento. Tenemos 30.000 soldados armados, divididos en comandos de a 100, que se han infiltrado por todo el país, atacando hoy aquí, mañana allá. Son 300 comandos con total movilidad, porque ya no deben defender a la población civil -unas 250.000 personas-, refugiada en Tailanda".

Los jemeres utilizan ahora contra los vietnamitas los mismos procedimientos militares que dieron al Vietcong su histórica victoria sobre el Ejército de Estados Unidos. "Sí", admite Son Sann, "es una curiosa paradoja. Pero la fuerza moral, que entonces era la principal arma de los vietnamitas contra el Ejército americano, nos pertenece ahora a nosotros".

La importancia de esa fuerza moral no oculta, sin embargo, a Son Sann la fragilidad de la oposición camboyana. "Es urgente que la presión internacional fuerce la convocatoria de elecciones libres, porque la vietnamización de Camboya se está acelerando de forma alarmante. En estos momentos hay, además de los soldados, 700.000 colonos vietnamitas que practican una eficaz política de matrimonios mixtos e implantación cultural".

Sólo la debilidad puede explicar una coalición tan contranatura como la que mantienen los nacionalistas de Son Sann con los seguidores del príncipe Norodom Sihanuk y los jemeres rojos, los comunistas prochinos de Pol Pot, cuyo mandato entre 1975 y 1979 fue extraordinariamente sangriento. Con ellos comparte el mantel político el anciano Son Sann, nacionalista, conservador y convencido anticomunista. "Mi partido contribuye a la guerrilla con 15.000 hombres armados, pero tenemos otros 5.000 en la reserva por falta de armas". Por eso Son Sann considera relevante que, "por primera vez, el Congreso de Estados Unidos haya aprobado concedernos una ayuda militar por valor de 5.000 millones de dólares". Es la colaboración de Occidente que desde hace dos años exigía China, su principal valedor.

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