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Reportaje:

Agustín Cerviño

El patrón del barco 'Peixe do Mar', ametrallado en la noche del jueves a 13millas de la costa de Marruecos

Bajo la apariencia de hombre rudo, abnegado y sacrificado en las duras tareas de la mar, en Agustín Cerviño Carballo subyace la sensibilidad de un hombre culto, a la vez que curtido. Cuando habla, con su acento gallego poco enfatizado, parece muy seguro de lo que dice. Relata los hechos con convicción, con un amplio sentido de la solidaridad, pero también como si se encontrara solo ante el peligro. Agustín Cerviño es el patrón del pesquero Peixe do Mar, ametrallado la noche del pasado jueves a 13 millas de la costa marroquí.

Este vigués de 41 años, casado y con tres hijos, es un hombre especialmente querido por su tripulación, con fama de persona honesta y de trato respetuoso. "Es como nuestro padre", llegan a decir unos componentes de la tripulación, a pesar de que algunos son más viejos que él.Está muy afectado por el ametrallamiento del pesquero en aguas del banco canario sahariano. No se explica nada. "No lo entiendo. No entiendo por qué han podido hacernos esto a nosotros. Somos unos pobres pescadores que trabajamos duramente en la mar para comer. No lo en tiendo". Desde que el Peixe do Mar fue comprado por su naviera -la modesta empresa Peixe do Mar, SA, que está formada por seis socios-, hace ahora 10 años, siempre estuvo navegando por la zona del banco pesquero canario sahariano y nunca pasó nada.

Agustín Cerviño, que siempre que arriba a tierra suele pasar grandes ratos con su familia por que es muy hogareño, está dispuesto a tirar la toalla. "Si puedo no embarco nunca más. Ya sé que éste es mi medio de vida, al que me he dedicado plenamente durante más de 20 años, pero estoy decidido a abandonarlo todo. Así, tan dejados de la mano de Dios, no podemos seguir viviendo. Estamos siempre con el corazón en un puño, encogidos, con un miedo indescriptible. Esto es muy duro. La gente no sabe realmente lo que sufrimos los marineros".

El patrón del Peixe do Mar llegó la noche del domingo a Las PaImas con el resto de sus compañeros, a bordo del buque hospital Esperanza del Mar. Él fue uno de los heridos durante el ametrallamiento del barco. Llegó con el brazo izquierdo en cabestrillo, pero con la cabeza bien erguida. "Un proyectil me traspasó a la altura del codo y me hizo ún agujero". Pero él estaba tranquilo, indolente, como si lo que realmente le preocupara no fuera el dolor fisico, sino el moral.

Incluso cuando en la conferencia de prensa que se desarrolló a bordo del buque hospital uno de los médicos del Instituto Social de la Marina le recomendó amablemente que era mejor que fuera terminando su intervención para hacerle una cura decente en el hospital, Cerviño respondió, también tranquilo y cortés, que él prefería seguir un rato más con los periodistas para contarles lo duro que fue todo durante el ametrallamiento.

Agustín Cerviño descansó la noche del domingo en la sede del Instituto Social de la Marina de Las Palmas de Gran Canaria, y al día siguiente, a primera hora de la mañana, se levantó para recibir a su barco, o a lo que queda de él. Dicen los compañeros que le acompañaron al muelle pesquero que estaba totalmente apenado. Cuando vio llegar al Peixe do Mar tan deteriorado por el incendio y la metralla, lloró amargamente. Luego desapareció. No fue a comer con sus compañeros de tripulación. Fue la única vez que abandonó a los suyos: prefirió llorar su desolación.

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