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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un reparto de interés

Peter Hall no goza de gran prestigio entre los cinéfilos porque ninguno de sus filmes testimonia un especial talento cinematográfico. Pero, si es cierto que Hall carece de inventiva como narrador e inventor de imágenes, también lo es que su experiencia como hombre de teatro, larga y exitosa, asegura una buena dirección de actores y el saber no desviarse de lo que es central en el texto.En Tres no caben en dos, Judy Geeson es la temible devoradora de hombres que va a inmiscuirse en la vida matrimonial de la pareja Steiger-Bloom, una pareja de ficción que en la vida real había dejado de serlo pocos meses antes. Esta intromisión, por coincidencia, de la vida privada en la vida fílmica aporta un cierto morbo a Tres no caben en dos, sobre todo a la hora de valorar el realismo y el sentimiento de la actuación de los protagonistas.

'Tres no caben en dos' se emite hoy a las 22

35 por TVE-2.

Steiger es un actor muy dado a la sobreactuación y al amaneramiento, pero posee ese magnetismo que atrae la mirada del espectador. Además, en 1966 había sido premiado con el Oscar y eso reforzó su tendencia al exhibicionismo.

Claire Bloom es británica, lo que casi equivale a decir que formada en la vieja tradición teatral y a base de textos shakespeareanos. Así es, aunque sin exagerar, ya que su gran belleza la llevó al cine desde muy pronto y el teatro se convirtió en una actividad ocasional.

En el reparto figura Peggy Aschcroft, una veterana que este año acaba de ganar el Oscar a la mejor actriz secundaria por su intervención en Pasaje a la India. En este caso, la actividad ocasional siempre ha sido el cine, pues ya quedaban muy lejos aquellos tiempos en que el Hitchcock británico la utilizaba como dulce protectora de falsos culpables en permanente huida. Verla aquí 15 años antes de su tardía, pero justísima, consagración ante el gran público puede ser uno de los atractivos de Tres no caben en dos.

El resto del gancho del filme descansa en el espíritu especulativo del espectador, que puede entretener el lento y previsible desarrollo de la trama con algunas consideraciones no sólo sobre la fugacidad de los matrimonios entre actores, sino también sobre lo difíciles que acostumbran a ser las relaciones entre cine y teatro.

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