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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La moda del diseño

EL BELLO nombre de Plan de ntangibles va a invertir 34.000 tangibles millones de pesetas en la promoción de diseño y moda durante un cuatrienio. Es una cantidad que sólo se puede considerar elevada o despilfarrada según los resultados que arroje: puede ser una buena inversión si con ella se consigue entrar en un mercado enormemente concurrente, por tradición y por aplicación, que dominan otros países. No hay que dejar de señalar que es un paso más en la estatalización de lo que justamente se llama intangible -la creación, la inventiva, la imaginación, la lectura del mundo actual para traducirla a cuerpos vestidos-, que puede llegar al dirigismo y que presentará también la eterna duda entre el exceso de control de lo adquirido o promovido, por una parte, y el miedo a la picaresca, por otra. Pero también parece cierto que hoy existe aquí una materia prima importante y que habrá que evitar que se pierda hacía el exterior -como pasó con creadores históricos: Balenciaga o Castillo-, que se deshaga en la chapuza o que se desmelene en meros experimentos espectaculares.El sólido campo de la moda está hoy establecido lejos de la exclusivo o del delicado señorío de la alta costura, apenas ya escaparate de prestigio del verdadero mercado mundial de consumo, que es la ropa de confección. En ocasiones, como la que se va a dar esta noche en la plaza mayor de Madrid, -300 diseños, 30 maniquíes, escenarios giratorios, un festival de luz- la moda concita a un público masivo y se presenta con la envoltura de un gran espectáculo. La velocidad con que se ha lanzado Lanvin, desde París, para vestir a China de una manera presentable revela en qué sitios puede hallarse mercado y cómo una tradición o un nombre histórico puede ayudar a vender.

La imagen de la mujer y del hombre tiene una contemporáneidad efimera, requiere una diversidad de modelos mayor que nunca -cada vez hay menos dictado de la moda-, presenta cuerpos muy diversos para vestir porque se han roto las antiguas clasificaciones o compartimientos estancos de edad y clase social, y hasta de países y etnias, y necesita unas condiciones prácticas considerables. Son, en general, condiciones que afectan a todo el nuevo diseño: sus condiciones de práctica del utensilio que revisten o forman, su manejabilidad, su medida humana, más allá de la del mero objeto bello. Es en este terreno donde tenemos una concurrencia seria y antigua, y donde nos tememos que un exceso de fantasía o de libertad creadora pudiera ponernos inconvenientes. Casi tantos como la facultad de copia que hoy tanto abunda. El hallazgo del término medio es uno de los secretos de este intangible que ahora nace.

Sin embargo, hay grandes partes que se tocan. Se palpa una tela, se la escurre entre dedos que transmiten con la impresión táctil la calidad, duración, utilidad. Se miran sus costuras, se comprueban; y sus detalles, su terminación. Cualquiera que emprenda esta aventura, aun con el Estado detrás, tendrá que ver a las mujeres en las tiendas: no lo que eligen, sino cómo lo eligen; lo que miran, lo que tocan, lo que aprecian, lo que comprueban. Multiplíquese esta actitud por mil y se obtendrá la psicología del cliente europeo y de otros países. Parece que en este terreno, como en otros alcanzados por el Mercado Común, el sentido de la chapuza tiene que acabarse definitivamente, y que la apariencia vende cada vez más a condición de que lo que deje aparecer sea calidad.

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Se va hacia un desario. Uno de los muchos que están despuntando ya, y en un terreno en el que se sabe que hay unas facultades creadoras nuevas que están apuntando, que algunas son ya una realidad, pero en el que también se sabe que algunos grandes nombres se han fortalecido en el mercado interior sobre la chapuza. De la forma en que se canalice este delicado asunto, que va desde los meros proyectos trazados y escritos hasta la reconstrucción de una industria textil que en muchos aspectos se dejó ir también por el camino de la facilidad, dependerá su resultado. Pasar del mero proteccionismo y de la picaresca hasta la construcción de una verdadera infraestructura de lo útil, de lo vendible y lo exportable, no es nada fácil. Puede convertirse en otra chapuza, aunque sea una chapuza estatal.

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