Las fuerzas de seguridad belgas reciben las mayores críticas por la tragedia de la final europea
La policía y el resto de fuerzas de seguridad encargadas de controlar la celebración de la final de la Copa de Europa de clubes campeones de Liga han recibido las mayores críticas de los medios de comunicación y de estamentos y dirigentes deportivos, que les acusan de no haber intervenido a tiempo y de no haber hecho cumplir las normas que se habían dictado para el acontecimiento. Louis Wouters, presidente de la Unión Belga de Fútbol, declaró ayer. "Movilizamos a 2.500 policías, pues no podíamos dejar sin gendarmes a toda Bélgica". Antes del encuentro, en el que el Juventus de Turín derrotó al Liverpool con un gol conseguido de penalti por Michel Platini (1-0) se produjo una avalancha en uno de los goles del estadio Heysel que ocasionó la muerte a 41 personas, aunque ayer se dieron en Bruselas informaciones contradictorias sobre la cifra de víctimas mortales. La Cruz Roja facilitó la cifra de 41 muertos, y el Ministerio del Interior, la de 38. La edad de los fallecidos oscila entre 30 y 35 años.
La Prensa belga acusó ayer abiertamente a lapolicía de no haber cumplido con su misión. "Cuando los supporters intentaron lapidar a los neutrales que se encontraban en el gol sur, dividendo a tifosi e ingleses", señala Christian Hubert en La Dernière Heure, "los gendarmes y la policía estaban prácticamente ausentes de la zona. Fue el pánico ante la invasión inglesa lo que provocó la avalancha de público contra el muro lateral y lo que podujo la rotura de la valla". Otros medios señalan que "dados los antecedentes de estos seguidores ingleses, la organización debió separar totalmente a las dos hinchadas". "¿Cómo es que a nadie se le ocurrió pensar que estos suppoters eran portadores de la muerte?", comenta La Cité. Todos los periódicos belgas indican que "la policía tardó en reaccionar y que cuando lo hizo, ya era demasiado tarde".El ministro insiste
La coincidencia de las críticas ha puesto a la defensiva a la policía y a las autoridades belgas. "El pasado jueves", dijo el ministro del Interior, Charles Ferdinand Nothomd, "tuvimos una reunión con organizadores, fuerzas de policía y gendarmería, pero es evidente que las condiciones con las que me anunciaron que iba a disputarse el partido no han tenido nada que ver con la realidad". Policías y gendarmes, que se vieron obligados a solicitar refuerzos a la Legión móvil y a las gendarmerías de Lieja, Gand, Amberes y Charleroi, hicieron venir especialistas ingleses e italianos que, según el comandante Frangois Boileau, "conocen la mentalidad y la forma de actuar de supporters y tifosi".
La debilidad de los argumentos policiales es duramente torpedeada por algunas personalidades. Michel Hidalgo, director técnico del fútbol francés, señaló ayer que "la policía belga no se tomó demasiado en serio lás medidas de seguridad para contrarrestar la violencia y el salvajismo de los ingleses". Giampiero Boniperti, presidente de la Juve, fue todavía más duro: "Si aceptamos jugar la final, fue únicamente para reparar los monumentales errores de la gendarmería belga. Hubiésemos hecho mejor en jugar este partido en la URSS, donde no existen problemas de disciplina".
Dos de los motivos que han originado las críticas contra los gendarmes han sido la facilidad con la que los hinchas ingleses adquirieron cervezas y bebidas alcohólicas en los alrededores del estadio ante la mirada de las fuerzas de seguridad y la escasa o nula presión ejercida en torno a los supporters que en ningún momento se sintieron controlados por la policía. Decenas de seguidores italianos se reunieron ayer en el aereopuerto de Zaventem, de Bruselas, mientras esperaban la salida de sus distintos vuelos. Todos coincidían en señalar que "la misma noche del lunes, cuando todavía restaban 48 horas para el partido, los hinchas ingleses destrozaron varios escaparates ante la mirada de los policias que no hicieron nada por impedirlo. Todos pensamos", comentó a este periódico un sastre de Torino que había viajado con un grupo de amigos, "que si 48 horas antes ya estaban en aquel estado, el miércoles iban a ser capaces de hacer cualquier cosa. Ese mismo convencimiento debieron tener la policía y los organizadores de la final".
Amplia documentación
Los ingleses no tuvieron ningún problema para introducir en el estadio todo tipo de bebidas, adquiridas en tenderetes y furgonetas apostadas en las mismas aceras del recinto futbolístico. "Anoche", escribía ayer uno de los enviados especiales del diario deportivo francés L´Equipe, "nos hubiera gustado encontrarnos en otro lugar, vestidos con uniforme de combate y con un lanzallamas en las manos, para exterminar ese ambiente, a esos seres humanos podridos que siembran la muerte jugando a falsos duros".
Mientras las autoridades judiciales belgas afirmaban poseer ayer abundante material cinematográfico, vídeos y declaraciones de multitud de testigos de los dramáticos sucesos, el diario sensacionalista belga La Lanterne titulaba en su primera página: Suplicamos expulsar para siempre a los ingleses de nuestros estadios. En este sentido, la agencia France Presse señaló ayer que las autoridades belgas no volverán a dejar entrar supporters ingleses en su país. Federico Sordillo, presidente de la federación italiana, aseguró que abandonaría el Comité Ejecutivo de la UEFA "si los responsables de este lamentable suceso no son duramente castigados por el máximo organismo deportivo. Desde hace mucho tiempo vengo defendiendo en las distintas reuniones del ejecutivo que tenemos que ser muy severos con estos alocados y peligrosos seguidores". Seguidores que ayer fueron interrogados nada más llegar al puerto de Felixtowne (Reino Unido), procedentes de Bruselas. Según informó el inspector jefe de la policía de Liverpool, "las declaraciones de este centenar de suppoters serán urgentemente enviadas a las autoridades belgas que han pedido nuestra ayuda".
Los que tratan de defender a las fuerzas de seguridad argumentan que "estos hinchas desalmados son incontrolables". Otros, quizá con la intención de salvar a los supporters, critican la inoperancia policial. Algunos añaden un tercer argumento: los aficionados belgas vendieron en la reventa las entradas conseguidas en Bruselas, lo que podría justificar el hecho de que numerosos tifosi se encontrasen en la zona considerada como neutral, que separaba a ambas aficiones en el fatídico y mortal gol sur del estadio Heysel.
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