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El futuro de Andreas Papandreu en Grecia depende de un 8% de votantes indecisos

Nueva Democracia puede ganar. A comienzos de marzo, cuando estalló la crisis presidencial en Grecia, nadie apostaba un dracma por la suerte de la oposición de derechas. Apenas tres meses más tarde, Constantino Mitsotakis acaricia el sueño de un triunfo que le proporcionaría el regalo adicional de haberlo conseguido a costa de su enemigo personal y político, Andreas. Papandreu, primer ministro y líder del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), que sigue siendo el favorito. Los votos de los indecisos (8% según los sondeos) tendrán la última palabra en una batalla que no se decidirá por KO, sino a los puntos.

El PASOK tiene todavía las encuestas a su favor. La más reciente le coloca en cabeza, con un 40% de las intenciones de voto, frente al 37% de Nueva Democracia, el 12% de los comunistas prosoviéticos (KKE del exterior) y el 3% de los eurocomunistas (KKE del interior). En Grecia, los sondeos no son muy fiables, pero casi todos los que se han hecho públicos coinciden en señalar la ventaja socialista, aunque por poco, y dejan la suerte del enfrentamiento en manos de los indecisos: un 8% según la encuesta citada, hasta un 15% según otras.El optimismo público de los dirigentes del PASOK contrasta con apreciaciones más realistas en privado, que llegan a admitir con preocupación la posibilidad de una derrota, aunque no acepten que sea probable. Las apuestas privadas (tan ilegales como extendidas) están todavía a favor del partido del Gobierno, pero el panadero de Lamia que se ha jugado los ahorros de toda su vida (dos millones de dracmas, unos 2.600.000 pesetas) por el PASOK debe estar tan alarmado como el alcalde de una pequeña localidad que ha manifestado ante notario que se suicidará públicamente si la formación gubernamental es derrotada.

Mitines multitudinarios

Las cuentas de Nueva Democracia son muy diferentes. El jefe de la campaña del partido, Stefano Manos, asegura que, con el asesoramiento de una firma estadounidense, se han efectuado 17 sondeos de zona y cinco nacionales, y que el último de éstos, que recoge datos del pasado viernes, refleja que 14 oposición derechista se apuntará el triunfo por más de dos puntos y se asegurará con ello un mínimo de 158 de los 300 escaño del Parlamento unicameral de Atenas. Para ello cuentan, naturalmente, con lograr el apoyo de los indecisos, que, en su opinión "son votantes de centro" en su mayor parte.Entre tanto, socialistas y conservadores aseguran que están ganando la batalla de la calle, que atraen multitudes más nutridas que el contrario a los innumerables mítines que se celebran en todo el país. Hasta ahora ha sido Salónica, la segunda ciudad en número de habitantes de Grecia, el escenario de las concentraciones más espectaculares. Tanto el PASOK cómo Nueva Democracia hablan de cientos de miles de asistentes, incluso de un millón. Cuan do los periódicos de la derecha hablan de que Mitsotakis necesitó tres horas para llegar desde el aeropuerto a la tribuna en la que iba a pronunciar su discurso, la Prensa progubernamental contraataca asegurando que a Papandreu le costó cuatro.

Los cálculos son arriesgados y se basan en la aplicación a resultados imaginarios de una compleja ley electoral, que despertó en su día las iras comunistas. Ambos KKE reprocharon a Papandreu la violación de la promesa hecha en 1981 de restablecer la proporcional simple.

El sistema actual favorece el bipartidismo, concede jugosas primas a las dos formaciones que terminen en cabeza de la carrera y, según la mayoría de los análisis permite alcanzar la mayoría absoluta de escaños al partido triunfador, con tal de que su ventaja sobre el segundo clasificado sea, al menos, de tres puntos. Manos, sin embargo, se muestra convencido de que para alcanzar este objetivo puede bastar con un margen más estrecho, incluso inferior a un punto.

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Lo que está claro es que las posibilidades de los comunistas de convertirse en árbitros de la situación dependen no sólo de su propio resultado (que probablemente oscilará entre el 10% y el 13%) sino también de que el duelo entre el PASOK y Nueva Democracia sea tan ajustado que impida: a ambos superar la barrera de los 150 diputados.

El actual panorama es muy diferente del de octubre de 1981, cuando, con la bandera del cambio, el PASOK arrolló a la derechá y obtuvo el 48% de los votos y 172 diputados. El estandarte del cambio está un poco ajado. El PASOK está perdiendo, ha perdido ya, muchos votos, tanto radicales como centristas. Una sangría que quizá le resulte fatal.

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