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Tragedia en la final de la Copa de Europa en Bruselas

40 hospitales de Bruselas quedaron saturados

Andrés Ortega

Cuarenta hospitales de Bruselas quedaron saturados. Y Bélgica, consternada. La tragedia del fútbol se repitió. Una final de la Copa de Europa, el primer torneo continental, que se esperaba como una gran fiesta, se tiñó de sangre y luto. Los 1.000 policías dedicados inicialmente a preservar el orden fueron insuficientes. Después, hubo voluntad, pero mucha confusión en los auxilios. Sólo tras el partido pareció controlada la marcha de los aficionados supervivientes.

Los hospitales da la ciudad se pusieron activamente a funcionar, pero 40 de ellos, según los servicios de protección civil, se saturaron pronto y buen número de los heridos fue transportado a centros de la periferia de la ciudad. Poco después de las diez de la noche, una hora después de comenzado el partido, la televisión y la radio belgas lanzaron un llamamiento a los gendarmes y asistentes sanitarios de la zona de Bruselas para que se incorporaran todos a sus puestos, y, en un momento dado, la televisión pidió donantes voluntarios de sangre, a pesar de que tenía la suficiente, pero hubo mucha confusión.Muchos donantes se ofrecieron. Pero a veces equivocándose y llamando a la Cruz Roja al teléfono que había sido difundido por la televisión para saber los nombres de víctimas. En dos hospitales consultados por EL PAIS, incluido el UCL, que es el mayor de Bruselas, h abía sangre suficiente. No obstante, se tomo nota de los posibles donantes. Numerosos taxis fueron requisados para transportar heridos, al no dar abasto las ambulancias.

Unos 1.000 policías habían sido encargados de la seguridad en el estadio y sus alrededores. El ministro del Interior, Charles Ferdinand Nothomb, señaló que en principio tendrían que haber sido suficientes. Pero pronto tuvieron que pedir refuerzos, armados y protegidos por escudos, para acordonar la zona. Y era tarde. El ambiente se había calentado horas antes sin tomarse más medidas. Según la radio belga (RTBF), un joven británico fue apuñalado por un grupo de italianos a primeras horas de la tarde en la céntrica plaza de Brouckere, y se encontraba en estado grave. 20 hinchas británicos habían pasado la noche en la comisaría. Cerca del Atomio y del estadio Héysel, unos británicos habían asaltado a varios belgas y franceses. para robarles las carteras.

Calma final

La calma pareció reinar al concluir el partido y salir los espectadores del estadio. Pero la policía esta vez había tomado sus precauciones. En todo caso, las estaciones de tren hacia las que se dirigía buen número de hinchas italianos y británicos no eran las mismas: una, la del Mediodia; otra, la del Norte En la ciudad portuaria de Ostende, la gendarmería se había movilizado para canalizar directamente de los autobuses o trenes a los hinchas británicos hacia los barcos que les transportarían a su isla, y cuyos horarios fueron modificados para evitar que esta masa deambulara por el centro de la ciudad durante, varias horas.

El ministro del Interior negó que hubiera pedido la suspensión definitiva del partido. Y comentó que se habían llevado a cabo "los preparativos que se estimaban necesarios", según las conclusiones a que había llegado en la reunión que mantuvo el pasado jueves con la policía y los organizadores del encuentro. Pero se quejó de que los organizadores (la UEFA) no le hubiesen advertido de que se podía esperar tal grado de violencia. El caso es que la tragedia y las muertes no fueron anunciadas por los altavoces del campo. La UEFA tenía miedo ante la posible reacción de los hinchas.

La decisión del seguir adelante con este partido se tomé, tras con sultar al comité ejecutivo de la UEFA, para ganar tiempo y preparar los refuerzos de policías y gendarmes, y evitar que la frustración de no celebrar el partido lle vara a mayores enfrentamientos. Pero el Partido Socialista Belga calificó de "indecente" la decisión de celebrar el encuentro.

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