Noche racial
La sexta noche de San Isidro 1985 está consagrada a la música racial, a sonidos gestados en las entrañas de dos pueblos de intena experiencia vital: el gitano andaluz y el negro norteamericano. Flamenco y jazz, dos músicas hondas para espectadores de buen oído y amplio corazón y sentimiento; dos músicas que, en contra de lo que piensa la mayoritaria tropa de los que las rechazan por pura y simple ignorancia, ¡o han cesado de evolucionar en as últimas décadas.Si acuden todos los artistas anunciados, el festival flamenco de hoy en el Palacio de los Deportes puede ser de los que hacen época, comparable tan sólo a la corrida le Las Ventas del próximo 7 de julio, con Curro Romero y Antoñete. A partir de las diez de la noche actuarán los Montoya, Lole y Maluel, Enrique Morente y Camarón, acompañados por las guitarras de Habichuela y Tomatito.
Camarón ha dejado varias veces colgado a su numeroso público madrileño. La afición habla y no para de los problemas personales de este cantaor, origen de sus frecuentes espantás. Pero si esta noche se presenta, y si, pese a lo inhóspito para su arte del Palacio de los Deportes, logra calentarse, será, sin duda, la estrella de la velada. Camarón, desde las raíces del flamenco, ha elevado esta música a nuevas cimas y allí ha puesto su nombre para siempre.
Enrique Morente, granadino, es un cantaor de menor potencia que Camarón, pero muy fino, muy sensible y preocupado por buscarle nuevos temas argumentales al flamenco. Lole y Manuel representan la difusión de esta música entre grandes multitudes. Los catedráticos que velan por las esencias de lo jondo pueden considerarlos herejes; los que creen que el flamenco debe combinar la custodia de las raíces con la apertura a otros continentes les van a aplaudir porque ellos le han ganado un público joven a una música que lo es.
Otra de las grandes músicas raciales de nuestro tiempo, el jazz, tiene hoy un magnífico cartel en el Palacio de Congresos y Exposiciones desde las ocho de la tarde: un trompetista estadounidense y negro, Freddy Hubbard, y un saxo británico y blanco, John Surman. Hubbard tanto puede hacer una pieza clásica como dar todo un concierto en clave de funky. Surman es un virtuoso dedicado a la experimentación.
Más información en la página 44
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