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La impaciencia rompe el saco de los senderos en flor

La bolsa terminó la semana con algunas realizaciones de beneficios. Está visto que algunos inversores no tienen paciencia, quizá como reflejo del cada vez más tecnificado y despersonalizado mundo que vivimos. El índice general flexionó 19 centésimas a la baja, aunque el balance semanal confirma una ganancia del 1,42%. Esto, al fin, se mueve.Los analistas, a pesar de esta leve presión del papel, disfrutaron ayer de una sesión con bonito perfil. Se encuentra muy extendida la confianza en que el mercado ha salido definitivamente de la apatía anterior, basada, aunque no sea nuevo, en la confirmación de los buenos resultados de las compañías eléctricas -que se configuran una vez más como el sector locomotora de la bolsa-, con la consiguiente repetición de la distribución de beneficios respecto al ejercicio anterior (ayer se rumoreaba que Fecsa también repartiría un 8% neto).

Los expertos afirman que, a corto plazo, la subida de la bolsa es cosa segura, precisamente debido al momento que atraviesan los valores eléctricos. Los repartos de dividendos permiten alcanzar con ellos unas rentabilidades cercanas al 15%, muy por encima de las que se pueden conseguir a través de la adquisición de pagarés del Tesoro. No hay que olvidar que estos últimos títulos sufren una tendencia a la baja en sus retribuciones, tal y como se confirmó en la última subasta celebrada el jueves. Además, existen ahora dificultades para obtener pagarés de empresa a tipos cercanos al 13%, que podrían resultar competitivos con los ofrecidos por algunos valores de renta variable.

Parece significativo que las peticiones de pagarés del Tesoro hayan sido relativamente bajas, lo que refleja cierta saturación de estos títulos en manos de las instituciones y particulares, o, quizá más exactamente, el retraimiento de los inversores hacia unos activos que, como refugio para el dinero negro, producen cierta sensación de inseguridad entre los amantes de las cuentas b.

Pero como siempre ocurre en este negocio, no todo es de color de rosa. La alegría que vivía ayer el parqué no impedía que algunos inversores institucionales abandonasen sus precauciones ante lo que consideran excesiva presencia de interrogantes en el horizonte inversor. Conforme a estos criterios, existe un excesivo optimismo respecto a la beneficiosa influencia que puede tener la nueva distribución de activos en la renta variable. Estos expertos consideran que el dinero negro no vendrá a la bolsa, por miedo al fisco, sencillamente, por lo que la parte de este león se canalizará hacia otros ¡ares. Al mismo tiempo, consideran que si bien bastantes sociedades han registrado unos resultados positivos en el ejercicio 1984, las perspectivas para este año, incluso a mayor plazo, no son tan buenas.

No sería la primera vez que los particulares arrastran a las instituciones en la carrera del optimismo, pero vista y olida la atmósfera bursátil todo parece indicar que están en lo cierto aquellos que apuestan por un mejoramiento del mercado, aunque no se espere que se pueda llegar a los niveles alcanzados en los dos primeros meses del año.

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