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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre el jurado

Contesto a la interesante carta de José Luis Valdivieso, de Tarrasa, donde expone su parecer contrario a la institución del jurado, que aparece publicada el domingo 7 de abril último.1. Lo manifestado por nosotros al periodista de EL PAIS -con ocasión de comentar una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas en la que se apreciaba una deteminada reticencia por parte de jueces y juristas en lo que respecto al tema del jurado- era que se trataba de una reacción completamente normal y lógica frente a un tema, completamente desconocido para ellos, y que este temor a lo desconocido, similar al instinto de conservación apreciado en el reino animal, era, sin embargo, una reacción que había de ser necesariamente superada por el hombre.

2. El respeto a las opiniones contrarias es una de las bases fundamentales del jurado. Precisameni e de ahí parte nuestro apoyo a que los ciudadanos, en el momento de deliberar, sean absolutamente iguales, y que el juez ni tan siquiera entre en el cónclave, puesto que su mera presencia, por el prestigio y dignidad de la toga, rompería el equilibrio entre los ciudadanos enfrentados dialécticamente para llegar al veredicto. El respeto, desde luego, es indispensable; pero también hemos de recordar que es un respeto que ha de exigirse para ambas partes por igual, sin que sea necesario recordar que desde 1936 hasta 1978 (fecha de la promulgación de nuestra Constitución), el jurado, incluso en las facultades de Derecho, estaba considerado como un monstruo abominable del que no debía hablarse si no era para denostarlo.

3. Estamos absolutamente de acuerdo con sus ejemplos, y los ciudadanos tienen derecho a que sean expertos quienes les saquen las muelas, les edifiquen las casas, les construyan los muebles y les remienden los zapatos; pero seguramente esto no quita, ni mucho menos, el derecho de todos a que el experto nos saque la muela que efectivamente nos duele, y no la que él, sin escucharnos, determine; a que el arquitecto nos construya la casa de acuerdo con nuestras necesidades y no con las suyas, y a que el zapatero y el mueblista -siguiendo el símil-, a pesar de ser también expertos en sus respetables oficios, escuchen también al ciudadano para poner sus conocimientos al servicio de la satisfacción de éstos, y no de la suya propia. Y así llegamos, finalmente, al nudo gordiano de la cuestión, o sea, a la justicia y a sus jueces. Los jueces, en su condición de juristas competentes, son los más indicados para aplicar la técnica jurídica; pero los ciudadanos, a través del jurado y otras formas de participación social, son los que han de manifestar, en conciencia, sus criterios sobre la importancia de los temas sociales que les conmueven directamente. Pretender que el juez sea oráculo omnisapiente, supremo conocedor de todo lo humano por el mero hecho de haber estudiado Derecho, es un craso error en el que ni los jueces, ni los juristas, ni los ciudadanos podemos caer. El jurado es, a fin de cuentas, un derecho indeclinable del ciudadano a defender sus propios derechos sociales, y aquel pueblo que no está dispuesto a hacerlo es un pueblo que no merece ser libre.-

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Presidente de la Asociación Pro Jurado. .

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