Paulino Jiménez,
recluso de la prisión provincial de Basauri, se tragó ayer una cuchara con pan. El preso, de 25 años de edad, había ingresado el día anterior en el citado centro penitenciario, donde había estado internado con anterioridad en varias ocasiones, para cumplir una condena de cuatro años. El habitual inquilino es también reincidente en autolesionar se, "para intentar aprovecharse de un descuido y fugarse", según fuentes del centro. Pero nunca había sido tan previsor: junto al instrumento lesionador no faltó esta vez el alimento.
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