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El síndrome soviético de la socialdemocracia alemana

( ... ) Alemania no puede permanecer a la larga como el cordero sacrificado de Occidente, país condenado por la historia a dividirse en dos. Las generaciones nacidas después de 1945 (los jóvenes de entonces, como Kohl) no pueden sentirse eternamente culpables y deudoras. Ésta es la razón por la que la ostpolitik ha sido considerada como una emancipación: la relación casi carnal que une a las dos Alemanias y la ligazón con la URSS han hecho soportable la división y, al mismo tiempo, han dado a la clase política de la República Federal de Alemania el sentido embriagador de tener peso de nuevo, no obstante los goIpes del pasado.De ahí la cólera sorda, las dificultades que encontró la ostpolitik. Y de aquí al cóctel de fatalístico temor y de patriotismo que ha compensado su pérdida. No son sólo los socialdemócratas y los verdes sino que una buena parte de la generación posbélica afirma que Alemania Occidental, así como la Oriental, ha estado injustamente privada de soberanía, del derecho a la autodeterminación.

Para la socialdemocracia alemana, este humor de la nación es un patrimonio dificil de administrar. Contrariamente a las discusiones económicas, de hecho es arduo reinventar, pensar con audacia. Convertirse de nuevo en hegemónicos obliga a repetir la vieja letanía distensiva, a llevar un luto permanente, e impide un análisis lúcido, no sentimental, de la URSS. Quiere decir también poner la política exterior en el centro del propio programa, como hacía la socialdemocracia posbélica de Schúmacher antes de descubrirse como partido de Gobierno en el congreso de Bad Godesberg de 1959. Pero Bad Godesberg ya no está de acuerdo con el espíritu del tiempo. "Desde entonces, muchas cosas han cambiado", afirma Henz Timmermann, experto en eurocomunismo, en el instituto oriental de Colonia. "Ha existido la experiencia de la ostpolitik y la paz se ha convertido en un bien por símisma". ( ... )

25 de marzo

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