Enfado de Pertini y Andreotti
Los italianos la han. apellidado "la enésima intransigencia francesa". Al Gobierno la noticia le llegó en la madrugada como una ducha de agua fría. Y en el Quirinale se asegura que cuando, en la mañana de ayer, el presidente de la República, Sandro Pertini, fue informado de que otra vez Francia había impedido la entrada de España en la Comunidad Europea se puso muy furioso.Lo cierto es que Italia siempre apoyó la entrada de España y Portugal, aun consciente de que también ella tendría que haber pagado un cierto precio económico. Pero este país siempre ha pensado que las ventajas políticas del ensanchamiento de la comunidad compensaban las otras dificultades.
El mismo Sandro Pertini, durante una comida con un grupo de periodistas españoles en Roma, había confesado que se había enfadado con su "compañero socialista Mitterrand" y que le había dicho en la cara que se oponía a la entrada de España no por razones políticas serias, sino por "bajos cálculos electoralistas".
A su vez, el presidente del Gobierno, el socialista Bettino Craxi, ha luchado sinceramente a favor de la integración, y hay que reconocer que ha encontrado en su ministro de Asuntos Exteriores, el democristiano Giulio Andreotti, un aliado de hierro, como se ha demostrado hasta la madrugada de ayer.
Irritación y confianza
Andreotti llegó a Roma a las tres de la madrugada, procedente de Bruselas, "irritado pero confiado", han asegurado a EL PAIS. Justamente enfadado porque, después de 40 horas ininterrumpidas de duras negociaciones, no se merecía una bofetada semejante. Pero al mismo tiempo confiado porque no es una persona acostumbrada a perder los nervios ni a abandonar el campo.
Por lo pronto, el ministro italiano de Asuntos Exteriores ha renunciado a su viaje oficial en África, que probablemente le iba a crear problemas para estar el miércoles en Bruselas.
Allí tendrá un encuentro con las delegaciones española y portuguesa, y el jueves reunirá el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores para intentar poner punto final a la dolorosa cuestión. Y eso sí, ese día, afirman aquí, en la Farnesina, "tiene que acabarse todo".
Sin embargo, las noticias llegadas a Roma desde Bruselas estaban ayer teñidas de cierto pesimismo. Se avanzaba el temor de que la inesperada intransigencia francesa en realidad pueda esconder algo más; es decir, "un problema no técnico, sino político", en cuyo caso la solución podría ser mucho más dificil y podría aplazarse indefinidamente.
Italia, sin embargo, pondrá toda la carne en el asador hasta el último momento, ya que para el Gobierno de Craxi conseguir durante el semestre de presidencia italiana la integración de España y Portugal en la Comunidad, cosa que no consiguió Irlanda, es un motivo de prestigio...
Además, se piensa que la entrada de España en la CEE por la puerta grande podría prácticamente asegurar la entrada de nuestro país en la OTAN y evitar el referéndum.
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