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Algunas vacunas de edad para el acné primaveral

La primavera no alteró demasiado, en esta ocasión, la sangre de los operadores, ya que a duras penas el índice general consiguió un simbólico repunte de siete centésimas. Como decía un castizo, si sube un poco menos, baja. De todas maneras, parece que el clima bursátil ha mejorado. Evidentemente, no llega a ser un clímax, pero la consolidación de los repuntes eléctricos está sirviendo para modificar la actitud de los analistas.La evolución del mercado confirma que pocos compradores tienen deseos de desprenderse de un papel adquirido a precios más elevados que los actuales. Las grandes carteras y aquellos inversores sin agobios monetarios a corto plazo han aguantado el tipo y ahora es más difícil que piensen salirse del juego. Este hecho, por otra parte, se ve ratificado por la escasez de órdenes de venta -la falta de papel es casi dramática-, que se traduce en unos volúmenes de negocio muy pequeños -en torno a los 1.500 millones de pesetas efectivos-, sobre todo si se comparan con aquellos que empezaban a ser habituales hace un mes y medio.

Con todo, la situación de la bolsa no está definitivamente despejada. Subsisten importantes factores de incertidumbre y ya no sólo desde un punto de vista exclusivamente bursátil. Parece ser que las compañías eléctricas están a punto de explicar sus posiciones en el famoso y reiterado tema del reparto de dividendos. Pero también los analistas aguardan el anuncio del índice general de precios para el mes de febrero. Se ha descontado ya que la inflación ha recibido un fuerte revés y que el incremento del índice de precios al consumo (IPC) será nulo o casi nulo.

Los expertos, de todas formas, comienzan a volver sus ojos con mayor insistencia que antes, si cabe, a la evolución del mercado del dólar y del oro. El ánálisis técnico indica una caída de la divisa norteamericana hasta cotas cercanas a 170 pesetas, mientras que el metal amarillo podría llegar hasta los 450 dólares por onza. Esas expectativas vienen a suponer un importante cambio de tendencia, lo que, junto con el descenso de la actividad económica norteamericana, abre aún más el riesgo de un aumento de los tipos de interés en Estados Unidos. La confirmación de esta hipótesis de cara al mercado bursátil español debe traducirse en un mejoramiento de los valores eléctricos -que ven aliviada su deuda externa en dólares- y en un empeoramiento de las sociedades que exportan habitualmente a Estados Unidos, ya que su nivel de competitividad se verá afectado negativamente.

Aún es demasiado pronto para que la evolución inmediata de la bolsa deje traslucir esta posibilidad, pero los grandes inversores analizan estos temas con más profundidad que los pequeños ahorradores. Y éstos no deben olvidar ese tipo de planteamientos, que al final pueden determinar tendencias a medio plazo. Mientras tanto, la bolsa se mantiene indecisa, a pesar de que, por todo lo expuesto, deberá mejorar paulatinamente, apoyada por alguna noticia de signo positivo y que bien podría estar centrada en la negociación española de adhesión a la Comunidad Económica Europea, un tema que también pesa en la bolsa, especialmente en el sector alimentario.

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