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El Atletico no tradujo en triunfo su buen juego

ENVIADO ESPECIALLo de ayer del Atlético, en el partido de Liga aplazado en su día por la nieve que cubría El Sadar, fue una sinfonía inacabada. Su primer ticimpo resultó modélico, ordenado, ingenioso y resultón otra vez por el lado de Hugo Sánchez. Le faltó al Atlético la guinda de la ejecución final de una obra que había comenzado a dirigir con maestría la batuta de Landáburu.

Osasuna supo rehacerse después y el partido acabó ya en un concierto irregular y con un solo punto para los madrileños, que se quedan, así, a ocho del Barcelona en igualdad de encuentros disputados. El empate de anoche deja la partitura liguera de forma rotunda ya en las manos de Schuster, y los suyos: la victoria del Barça el próximo domingo en Valladolid le daría el título matemáticamente e incluso se lo daría cualquier otro resultado -empate o derrota,- si éste es similar al que consiga el Atlético en Santander.

Osasuna limitó su papel en el primer tiempo a amenazar en dos acciones de Orejuela y otra de Benito, pero, fundamentalmente, a actuar de oyente y a intentar alterar con ruidos el con cierto rojiblanco. Ocurre que es tal la fama del contragolpe rojiblanco que sus rivales invierten ya los valores que, hasta hace poco, resultaban tradicionales Ya casi nadie interpreta el rol de equipo que juega en casa y que se lanza a lo que hasta las últimas temporadas parecía su sagrada obligación: atacar.

Así, Castañeda y Mina frenaban -en el caso del primero sólo cabe argumentar la intención- a Hugo Sánchez y Cabrera, con Lecumberri de libre presto al cruce, con todo lo que ello significa de ataque a la prevención de atropellos. Ibáñez, Rípodas, Lumbreras y Bustingorri por su parte, realizaban un férreo marcaje sobre los cuatro centrocampistas rojiblancos, aunque la balanza comenzó a desequilibrarse por la calidad del sonido de los instrumentos de Landáburu y Hugo.

Lo del mexicano volvió a ser en esos 45 minutos iniciales digno de elogio. No necesita que le recuerden quien es, incluso en el, autocar. Hugo vio con sus compañeros tres películas de vídeo en el trayecto Madrid-Pamplona, tina de ellas El mejor. Físicamente, no es Robert Redford, pero hasta en Pamplona acayó con sus genialidades las murmuraciones en su contra de la parroquia navarra. Y ello, pese al recuerdo de sus problemas anteriores con Lecumberri.

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