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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Confrontación en la socialdemocracia alemana

LA VICTORIA sorprendente lograda por el Partido Socialdemócrata (SPD) en las elecciones del domingo pasado al Parlamento regional (Landtag) en el Sarre no sólo significa que los socialistas van a ocupar el Gobierno de ese Estado, sino que tendrá sin duda repercusiones más generales. Encabezado por el alcalde de Saarbrucken, Oskar Lafontaine, el SPD ha obtenido más del 49% de los votos y la mayoría absoluta de los diputados; es un viraje sin precedentes, porque se trata de un land gobernado de modo estable, hasta ahora, por los democristianos. Éstos han perdido casi el 7% de sus votos. A la vez, los verdes han sufrido un pequeño retroceso; contrariamente a lo ocurrido en otras partes de la RFA, no logran despegar de un 2,5%. El impacto de este resultado puede ser tanto mayor porque el SPD está en una etapa de discusión entre las diversas corrientes que lo componen, en un proceso de estudio y revisión del programa que había aprobado en 1959 en su congreso de Bad Godesberg. El resultado del Sarre será un factor en ese debate.Hace falta recordar que despues de que Schmidt fuese eliminado del poder, sus posiciones moderadas sufrieron una derrota muy seria en su partido. En el congreso de Colonia, en noviembre de 1983, su posición aceptando los euromisiles sólo obtuvo 15 votos, sobre un total de 384 delegados. El SPD se pronunció ya entonces no sólo contra la instalación de los euromisiles, sino en favor de una congelación nuclear y del apoyo a la propuesta de Olof Palme en favor de una zona desnuclearizada en el centro de Europa; proclamó a la vez la necesidad de reforzar el papel de Europa dentro de la OTAN. Estas posiciones fueron aprobadas por amplias mayorías, frente a propuestas mucho más radicales, defendidas, entre otros, por Lafontaine.

Este deseo del SPD de presentar una imagen renovada se ha manifestado, entre otras iniciativas, en una ampliación de sus relaciones con otras fuerzas europeas de izquierda. Lo más sensacional, en ese orden, ha sido la propuesta de discutir con el PCI algunas de las nuevas formulaciones programáticas que el SPD está elaborando. El vicepresidente del grupo socialdemócrata en el Bundestag, Horst Ehmke -que no pertenece a la izquierda, sino más bien al sector centrista del partido-, ha abierto un debate público con el dirigente del PCI Giorgio Napolitano, con textos publicados simultánearnente en la revista del SPD, Neue Geselischaft, y en Rinascità, del PCI. El SPD, en función de lo decidido por su congreso de Essen de 1984, ha decidido preparar un nuevo programa; la discusión desborda las cuestiones internacionales. Funciona una comisión especial sobre principios fundamentales. Un tema central es el de si el SPD está obligado a reconocer el agotamiento de su tesis anterior, según la cual, un crecimiento económico continuo y una mejor distribución del producto bruto permitían asegurar un mejoramiento de la situación de los trabajadores. Varias corrientes, una marxista, otra de católicos socialistas, influidos por la teología de la liberación, preconizan la definición de objetivos socialistas, de transformaciones estructurales profundas, desde luego en un marco democrático.

En este marco, es evidente que la victoria de Lafontaine, uno de los lídertes de la corriente de izquierdas, representa un factor político importante. Lafontaine ha defendido la salida de la RFA de la estructura militar de la OTAN y, por tanto, una concepción radicalmente nueva de los problemas de seguridad y defensa. Esas posiciones no le han impedido ganar votos, no sólo en sectores radicales, sino entre el electorado del centro. Físico de profesión, Lafontaine tiene su apoyo electoral en una región fundamentalmente obrera, con una crisis muy grave. Es un hombre con una gran experiencia de gestión administrativa, como alcalde de Saarbrucken desde hace varios años. Ha ganado votos no con un izquierdismo ideológico, sino convenciendo de la capacidad del SPEI, con una política nueva, de abordar los problemas reales. De cara a los verdes, les ha debilitado asumiendo él mismo posiciones ecologistas y sacando a la luz su ambigüedad: rechazó un eventual apoyo indirecto, exigiéndoles en cambio que participen en el Gobierno.

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Lafontaine presenta sin duda una imagen nueva del SPD y no cabe duda que puede influir en el futuro de su partido en una medida imprevisible.

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