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Aparece vivo en El Cairo un niño subnormal que había sido enterrado hacía un año

Todo un barrio cairota se encuentra en plena efervescencia desde que el viernes pasado el niño Mohamed Chabana, enterrado desde hace casi un año, reapareció por la calle caminando con un traje funerario hacia el domicilio de sus padres. El pequeño Mohamed, sordomudo, deficiente mental y carente de un testículo, fue reconocido rápidamente por los vecinos de su familia, que "se desmayaron o gritaron como histéricos al verle aparecer" según el relato del suceso publicado por la Prensa local.

Su madre y su padre, un modesto empleado de la Compañía del Nilo de medicinas e industrias químicas, también perdieron el conocimiento al ver de nuevo a su hijo, que creían muerto, aunque no tardaron en recuperarlo para posar ante los fotógrafos para las primeras páginas de los periódico egipcios."Fallecido" a principios de marzo del año pasado a causa de una angina de pecho en un hospital de Shubra, barrio septentrional de El Cairo, donde viven más de dos millones de personas, Mohamed fue enterrado, envuelto simplemente en un traje funerario, el 12 de marzo de 1984 en una tumba colectiva de un cementerio musulmán dependiente de la asistencia pública.

Para obtener la autorización correspondiente, su familia presentó el certificado de defunción del hospital al médico forense, que sólo se atrevió a conceder el permiso de inhumación tras consultar con su superior jerárquico, reforzando con sus dudas las sospechas de la madre sobre la permanencia en vida de su hijo.

La incrédula madre asistió, el 16 de marzo del año pasado, al entierro en la misma tumba de otro niño del barrio con la intención de comprobar, al levantar la lápida, si su hijo seguía allí. Recuerdan los vecinos a los que la señora Chabana contó a su regreso del cementerio, que aún tenía la impresión de que su pequeño Mohamed no había muerto.

Sus sospechas resultaron confirmadas el viernes y desde entonces la policía y las autoridades judiciales han iniciado una investigación interrogando a los médicos forenses y al sepulturero, ya que la subnormalidad del niño le impide dar cualquier indicación "sobre su paradero durante estos últimos doce meses.

Las investigaciones judiciales se centran especialmente en la madre y en el enterrador en los que buscan indicios de filicidio frustado, por parte de la madre, o de abandono del menor por parte del enterrador. Mientras la Prensa local describe el suceso como "un espectacular e inimaginable fenómeno sobrenatural", fuentes médicas especulan con que el niño fue, en realidad, enterrado vivo y permaneció por lo menos cuatro días -del 12 al 16 de marzo- sepultado hasta lograr salir de la tumba. El niño tiene cicatrices en las plantas de los pies y ha crecido más de un palmo desde que fue enterrado.

Mohamed debió ser recogido por alguna institución de beneficencia local, a menos que deambulase viviendo de la caridad pública, hasta que por casualidad pasó cerca de la casa familiar, a la que llegó con ayuda de los vecinos del barrio.

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