Las bibliotecas populares

Somos un grupo de estudiantes y asiduos lectores de la biblioteca popular La Latina, dependiente en estos momentos del Ministerio de Cultura, situada en pleno centro de Madrid, concretamente en la calle Mayor, 71, y que data nada menos que de 1925.Como casi todo el mundo sabe, las bibliotecas populares cumplen una importantísima función pública al albergar en sus tranquilas salas a tantos miles de estudiantes y Pasa a la página 16 Viene de la página 15 al prestar al lector todo tipo de libros por la módica cantidad de 200 pesetas al año, en estos tiempos en que el precio del libro es casi prohibitivo.

Comprenderá usted la desagradable sorpresa que hemos recibido al conocer la noticia de su cierre inminente y definitivo, anunciado para el 6 de marzo, por, según los carteles de la dirección, "mal estado del piso" y sin que por el momento se prevea la apertura de otra biblioteca cercana y similar.

Somos muchos los que hacemos uso de este tipo de centros y a los que nos afecta perjudicialmente este desenlace, ya que, al parecer, la biblioteca expide en la actualidad alrededor de 4.000 carnés de socio cada año y ha venido funcionando perfectamente durante seis décadas. Nos parece inexplicable cómo se puede privar de un plumazo a un distrito tan populoso y amplio, como La Latina, de una de sus fuentes de cultura más elementales. Es, a la vez, inaudito que el motivo alegado sea la mala conservación del edificio en sí. ¿Es que el Ministerio de Cultura carece de medios económicos para restaurar el simple suelo de un centro de lectura y estudio popular que posee en estos momentos más de 20.000 tomos entre materias y literatura?

Una biblioteca pública al menos, señor director, es imprescindible y vital en cada distrito de Madrid. Y que un Gobierno que se dice socialista y progresista las cierre sin abrir otras de inmediato nos parece demencial. Cuando se trata de una de las más antiguas, por cuyas salas han pasado al menos seis generaciones de madrileños y que tiene hasta un valor sentimental, es sencillamente deplorable.

En espera de que alguien se haga eco de nuestra denuncia y pudiera darnos una solución inmediata, nos acogemos a la grata hospitalidad de las páginas de EL PAÍS, que tanto se distingue por su objetividad y buena información.- .