El Gobierno decidió expropiar Rumasa ante el intento del 'holding' de controlar de forma total el Banco Atlántico

El intento de José María Ruiz-Mateos de incorporar el Banco Atlántico al mecanismo de financiación del grupo de empresas que acumulaban pérdidas anuales crecientes fue una de las causas que aceleró el proceso de toma de decisión que culminó con la expropiación de la totalidad del grupo el 23 de febrero de 1983, según se desprende del informe de la comisión de investigación del Congreso sobre Rumasa. Si hasta entonces Ruiz-Mateos había logrado sortear los controles impuestos para que no creciera, la posibilidad de que ejerciera el poder en el Banco Atlántico fue la gota de agua que colmó el vaso.

El entonces gobernador del Banco de España, José Ramón Álvarez Rendueles, declaró en su comparecencia ante la comisión investigadora del Congreso que "supimos también... que el control del Banco Atlántico, que no tenía de hecho, aunque sí de derecho por el volumen de acciones..., tenía la mayoría, era su próximo objetivo y había intentado en aquellos meses cambiar a los directores generales, cambiar el consejo; hacer que el presidente dimitiera, lo que el presidente del consejo de administración fue demorando, y estaba previsto que ocurriera con ocasión de la realización de la junta en abril de 1983".Esta preocupación se hacía extensible al conjunto de la banca privada que, no dudaba que la incorporación del Atlántico al circuito de bancos controlado directamente por Ruiz-Mateos supondría un respiro para el holding pero no haría otra cosa que ampliar el impacto de la crisis, que estallaría en cualquier caso. Dicha preocupación queda patente en la pregunta de Rafael Termes, cuando el Gobierno le comunica la decisión de expropiar el grupo y dice "¿El Banco Atlántico también?".

La decisión de incorporar al Atlántico, del que poseía el 60% de las acciones el grupo Rumasa, es consecuencia del fracaso de intentar hacerse con un importante paquete de acciones de un gran banco a partir de la incorporación del Atlántico a un grupo financiero. Ese fracaso, la insuficiencia de captación de pasivo a través de los bancos ya controlados y la emisión de depósitos y pagarés por Rumasa, S A, provocaron la decisión de tomar el control directo del Atlántico para que proporcionara liquidez al grupo de empresas.

La dimisión de Joaquín López Ayuso, consejero delegado del Atlántico y responsable de la división bancaria de Rumasa, se interpreta como el primer obstáculo a este intento de control.

El consejo de administración del Atlántico, controlado por los accionistas minoritarios hasta el momento de su expropiación, explica a las autoridades económicas el cerco a que se va vienen sometido y es entonces cuando se activa el último informe del Banco de España, de fecha 9 de febrero de 1983, en el que se presentan las alternativas posibles: la intervención de los bancos y la expropiación del grupo.

Empiezan las pérdidas

Los problemas de financiación de las empresas del grupo Rumasa habían empezado varios años antes. En 1974, según el responsable de las empresas inmobiliarias, 9os gastos financieros fueron muy fuertes. Era un inmovilizado que nos cargó de gastos importantes por compras obligadas y costos, la cuenta de explotación fue deteriorándose sensiblemente". Inmobiliarias Reunidas tenía pérdidas crecientes que se financiaban con créditos de los bancos del grupo.

La crisis empezó a dejarse sentir en el sector de vinos de Jerez, como reconocía Zoilo, hermano de José María Ruiz-Mateos: "Jerez se ha venido abajo por un situación internacional; hay menos venta, el poder adquisitivo ha bajado y el vino de Jerez es un vino de lujo... Todos veíamos que el Marco de Jerez no iba bien". En esos años se produce la expansión hotelera del grupo Rumasa. Hoteles Agrupados "estuvo dando beneficios hasta que la excesiva expansión y un falta de capitalización llevó a que se perdiese dinero por los gastos financieros", lo que no impidió a juicio de su máximo responsable, Romero Roldán, que se frenara su expansión ya que "las compras de hoteles eran continuas".

Es en estos momentos cuando Rumasa lleva a cabo su política de compra de bancos en dificultades y que trata de proseguir cuando la crisis financiera empieza a golpear sobre una parte importante del sistema financiero. A las compras de los bancos Noroeste y Condal y a la toma de un paquete importante del Atlántico, unido a ventas de algunas otras fichas bancarias, se suceden intentos de adquirir el Banco de Navarra, el Meridional, Cantábrico y Valladolid, que empiezan a pasar por Corporación Bancaria o el Fondo de Garantía de Depósitos. Todos estos intentos se frustan por la exigencia del Banco de España de una clarificación contable del grupo y una disminución de la concentración de riesgos de sus entidades financieras. Los dos últimos intentos de compra se concretan en la Banca López Quesada y el Banco de Levante -este último en el verano de 1982-, y ante la imposibilidad de hacerse cargo de estas entidades, lo que habría facilitado liquidez al grupo, se vuelve la vista sobre la posibilidad de empezar a utilizar al Atlántico como fuente de financiación y que se frusta por la actuación del Gobierno que decide la expropiación.