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El avión accidentado carecía de la alarma exigida por la OACI para señalar la proximidad del suelo

Carlos Yárnoz

El Boeing 727 que se estrelló el pasado martes cerca de Bilbao debía haber llevado entre sus equipos un Ground Proximity Warning System (GPWS), o sistema de alarma automática, que suena cuando el avión vuela demasiado cerca del suelo, de acuerdo con las normas aprobadas por la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI), a la que pertenece España. El avión, por causas aún no determinadas, no llevaba ese sistema. Por otra parte, la Dirección General de Aviación Civil tiene previsto instalar en los próximos meses un radar de aproximación en la zona de Bilbao. El accidente, según los expertos, se habría evitado de haber existido ambos sistemas.

En 1976, la OACI aprobó una enmienda, que lleva el número 12, al anexo sexto de las normas de esa organización, por la que todos los aviones de nueva adquisición dedicados al transporte de pasajeros debían llevar incorporado el GPWS, a la vez que calificaba de "aconsejable" la instalación de dicho sistema en los aviones ya existentes. El Alhambra de Granada fue adquirido, según los datos de Iberia, la compañía propietaria, en 1979, por lo que debía tener ese sistema de fábrica, siempre según la enmienda de la citada norma de OACI.Sin embargo, y según fuentes de Iberia que dijeron que no recordaban con precisión las circunstancias sobre este tema, la decisión de OACI es de obligado cumplimiento para las empresas fabricantes de aviones a partir de 1980 o 1981. En EE UU, es obligatorio que los aviones de transporte de pasajeros lleven el GPWS desde 1975. De 1970 a 1975, en ese país hubo 17 accidentes graves de aviones de pasajeros, pero en el período de 1975 a 1980 sólo hubo dos accidentes de ese tipo. Según los estudios realizados entre los propios pilotos, 13 accidentes pudieron ser evitados entre 1975 y 1980 gracias al GPWS.

Este sistema de alarma automática fue el que se disparó en el jumbo de Avianca que se estrelló el 27 de noviembre de 1983 en Mejorada del Campo (Madrid). En ese caso, cuando el avión se aproximó excesivamente a tierra, comenzaron a sonar automáticamente las palabras terrain, terrain (terreno, terreno) y pull up, pull up (sube, sube), si bien no fueron atendidas por la tripulación.

Por otro lado, técnicos en aviación civil dijeron ayer que el Ministerio de Transportes tiene previsto instalar en los próximos meses un radar de aproximación en el País Vasco, donde ahora no hay esa instalación, para facilitar los maniobras de aproximación a los aeropuertos de Sondica (Bilbao), Foronda (Vitoria) y Fuenterrabía (San Sebastián).

Se habría evitado

A este radar podrá acoplársele, como ya se ha hecho en el de Madrid, el sistema Minimum Safe Altitude Warning System (MSAWS) o avisador automático para los controladores de que el avión está volando por debajo de las altitudes mínimas de seguridad, hecho que ocurrió en el caso del Alhambra de Granada. Expertos en seguridad aérea opinan que, si hubieran estado instalados el GPWS en el avión y el MSAWS en el radar correspondiente, podría haberse evitado el accidente de Bilbao.

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Con respecto al hecho de que el monte Oiz, contra el que se estrelló el avión, no figurase en la carta de aproximación a Bilbao, el director general de Aviación Civil, Pedro Tena, declaró la pasada semana que "no era necesario" señalar dicho monte en la carta. Sin embargo, en el anexo cuarto de la OACI se dice expresamente que en esas cartas deben figurar "los obstáculos más destacados". En la zona de aproximación a Sondica, el monte más alto es el de Oiz.

La compañía Iberia difundió ayer una nota en la que rechaza "rotundamente" cualquier especulación sobre la causa del accidente. La compañía lamenta "descalificaciones colectivas" de sus pilotos y dice que la profesionalidad de éstos "constituye una parte esencial del patrimonio y prestigio de Iberia".

La posibilidad de que el accidente se haya debido a un fallo humano, tesis mantenida por la mayoría de investigadores, es rechazada por Iberia, y en la nota se precisa que no hay bases técnicas suficientes para sostener esa teoría.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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