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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La droga de la sospecha

Fernando Savater

Cuando se trata sin hipocresía el llamado problema de la droga -que no es otro que el problema de que determinadas drogas estén prohibidas- es instructivo observar que tras las reacciones de escándalo, anatema, sospecha, etcétera, nunca hay nada más, es decir, a nadie se le ocurre ningún argumento compatible con una sociedad laica y democráticamente libre por el que las personas deban ser protegidas contra su voluntad de los riesgos que comportan las opciones preferidas por su gusto. Dos cartas recientes a esta sección refuerzan mi convicción de que no existen ni razonamientos válidos y compatibles con la sociedad de libertades a favor de la prohibición de ciertas drogas ni razonamientos que refuten la evidencia de que es precisamente tal prohibición la que genera el tráfico, la adulteración, la mayoría de las muertes por sobredosis, la delincuencia de quienes no pueden obtener por otro medio el dinero para pagar los precios del mercado negro, etcétera.Una amable comunicante me señala que el Estado no puede permitir las drogas, "lo mismo que no puede permitir que alguien trabaje sin seguridad social", mezclando una reivindicación obrera por la que se ha luchado durante años con un decreto contra el que están quienes lo padecen. No es lo mismo satisfacer una demanda que imponer una coacción. Si la droga se despenalizase, prosigue mi interlocutora, su atractivo no desaparecería, pues las multinacionales se encargarían de alentarlo por medio de la publicidad, etcétera. Mire usted, una cosa son las multinacionales y otra cosa que haya drogas ilícitas. Si las multinacionales nos parecen manipuladoras y sin otra mira que aumentar su provecho, prohibamos la Coca-Cola y los ordenadores, los automóviles, los cigarrillos y los dentífricos. No entiendo por qué el asalto final contra el capitalismo tiene que comenzar por la heroína... Por otro lado, las multinacionales se enriquecen sin entrañas, ciertamente, lo cual está muy feo; pero en el caso concreto que nos ocupa, ¿no acabarían al menos con la adulteración, la sobredosis y los precios delirantes que empujan a la delincuencia? ¿Preferimos no facilítar las cosas a las multinacionales, aun a costa de quienes mueren por droga adulterada o abatidos a tiros en los asaltos?

Pero lo más divertido de todo es el grito de alarma del señor Hernán Rodríguez, que desde Suiza escribe para señalar que el "ham-

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pa internacional" tiene sus ojos puestos en el mercado negro español, y que, por tanto, mis artículos, e incluso el periódico que los acoge, pueden resultar Iegítimamente sospechosos". Cada cual es muy libre de sospechar lo que le peta, tarea siempre más sencilla e imaginativamente estimulante que la frecuentemente aburrida reflexión. Ahora bien, sospecha por sospecha: puesto que, obviamente, lo que conviene al hampa internacional para conservar sus negocios es que la prohibición continúe, incluso que se intensifique, pues ello significa propaganda luciferina para el producto y facilita la subida de precios, ¿qué pensar de los adalides prohibicionistas? ¿No serán parte del departamento de imagen pública y cálculo de mercado de la Mafia?- Fernando Savater.

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