El equipo español ganó con facilidad un partido inútil
JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ ENVIADO ESPECIAL España ganó fácilmente a Finlandia, según era de esperar, pero no se supo muy bien para qué sirvió, aparte de poner a la selección en ventaja en un historial que había reflejado hasta ayer un pobre empate -para España- y una victoria de cada equipo. Los nórdicos aguantaron dignamente los primeros 20 minutos e incluso marcaron un gol, pero nada más. Su engañosa velocidad inicial fue superada en cuanto Gallego y Rojo rompieron su corpulencia y Butragueño terminó en goles su habilidad. Sarabia puso el resto del espectáculo. Rincón, en su mala suerte casi endémica, volvió a sufrir una lesión: esguince de tobillo. La segunda parte, con Gallego de defensa libre, sobró. En fútbol ya no hay equipos tan malos. Pero existen. Con un mínimo de ideas, suplidas éstas con veIocidad y marcajes encima, ya se puede soportar mal que bien a un rival superior durante un determinado tiempo. Incluso, como sucede en tenis a ciertos niveles, contagiarle con su tipo de juego, llevarle a su ritmo, es decir empeorarlo todo. Pero sólo eso. En cuanto el poderoso se asienta la cruda realidad del que es superior es muy difícil que no se cumpla.
Las ingentes cantidades de cerveza que, según testigos del hotel alicantino donde se hospedaron, consumieron los finlandeses en cuanto el entrenador se daba la vuelta parecieron pasarles factura, además, antes de la media hora de juego. Significativamente, en cuanto Gallego tomó el mando de las operaciones españolas en el centro del campo, pues Señor continuó con sus horas muy bajas, pese a sus innegables recursos. Antes, sin embargo, se pudieron comprobar los vacíos defensivos que aún aquejan al teóricamente sólido bloque español, en el que la presencia del nuevo elemento, Gerardo, para cubrir en el lado derecho esa plaza importante del que deberá vigilar al escocés Cooper, fue inútil. Justamente, no jugó ningún finlandés por esa banda.
Un pase genial de Gallego, uno más, permitió el primer gol, fácil, de Rincón. Un disparo suyo había rozado antes un poste. El guardameta finlandés fue el más destacado de un conjunto que pronto empezó a jugar a cámara lenta y cuyos componentes parecieron ingentes masas de carne deambulando a merced de la gran superioridad técnica rival. Si España hubiese disparado mejor a puerta, algo casi imposible habitualmente, pero aún más dificultoso por el mal estado de un terreno que se iba a arreglar cuando vinieron las sorprendentes heladas en estas tierras, la goleada habría sido de escándalo. En realidad, Inglaterra le metió a los finlandeses un expresivo 5-0 en su grupo clasificatorio del Mundial 86 y los ingleses no andan especialmente boyantes. Los triunfos nórdicos sobre Turquía e Irlanda del Norte no se pueden considerar grandes hazañas, desde luego.
La entrada de Sarabia por Rincón dio más espectáculo, aunque no más eficacia. Ésta la dio Rojo, un jugador práctico en su sobriedad, al que acompañó esta vez Butragueño, tras unos comienzos sólo con salvas. En cuanto España apretó los marcajes no dio opción alguna al rival, que no volvió a tener más ocasión de peligro que un tiro de Ukkonen detenido por Zubizarreta a los ocho minutos de la segunda parte. Muñoz, con el 3-1 ya en el último minuto, el psicológico, antes del descanso, quiso ofrecerle el debú en la selección A al bilbaíno y hacer una prueba que le gusta: la de bajar a Gallego de hombre libre, en lugar de Maceda, metiendo a Francisco en el centro del campo. La zaga no se resintió en absoluto, pero sí el eje del juego. Aunque siguió el sentido único, el dominio absoluto de España, la segunda parte ya fue mucho peor.
Julio Alberto, al que Muñoz trató de encontrar un hueco en el lado izquierdo del centro del campo fue el más flojo. Da toda la sensación del jugador válido que no tiene sitio por haber otros superiores en todos los puestos que podría ocupar y que se perderá tristemente sin dar toda su capacidad. Cuando Jock Stein, el seleccionador escocés, presente en el partido, dijo primeramente que veía nerviosos a los españoles y después individualistas, no andaba descaminado. El barcelonista, al perderse en sus carreras sin saber a quién pasar, abusó del balón como si se tratara de Sarabia. A ambos les quitarán los puestos Gordillo, seguro, y Carrasco, dos de los ausentes. En cambio, Santillana, con Butragueño en forma, lo vuelve a tener más complicado.
Las entradas de Urtubi y Roberto en los últimos minutos tampoco solucionaron nada, ya que el bilbaíno estuvo fuera de sitio, de comparsa de un Francisco muy desafortunado. En realidad, sobró toda la segunda parte, por no decir todo el partido, frente a un rival inútil, en el que se confirmó a Gallego, Rojo y Butragueño, algo para lo que tampoco hacía falta jugar. Contra Escocia se jugará el 27 de febrero. Eso se sabía desde que se hizo el calendario de la fase previa del Mundial. Si se hubiera pedido con tiempo un contrario mejor, habrían venido algo más que degustadores de cerveza con buenos físicos, pero pocas luces futbolísticas. Justamente, lo que se necesitaba para no arrepentirse después contra Escocia.
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