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Peligra en París un contrato de armas

Soledad Gallego-Díaz

La presunta implicación del agregado militar adjunto de la Embajada de Francia en Nueva Delhi, coronel Alain Bolley, en la más importante red de espionaje descubierta jamás en la India puede costarle a París un fabuloso contrato de armas, valorado en más de 1.000 millones de dólares (175.000 millones de pesetas).Las actividades del coronel Bolley, acusado por el Gobierno indio de ser "agente de una potencia extranjera", están rodeadas de la más completa confusión. La Embajada francesa en Nueva Delhi ha permanecido en silencio, dejando que fuera el propio coronel francés quien se defendiera.

Para aumentar el desconcierto, Bolley ha sido convocado en París por el Ministerio de Asuntos Exteriores, a petición del Gobierno de Rajiv Gandhi. El Quai d'Orsay se ha limitado a decir que "ignora" lo sucedido y que no tiene ningún comentario que formular. Sin embargo, las autoridades francesas tendrán obligatoriamente que verter algo de luz sobre un asunto que compromete el prestigio de sus servicios de información.

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Desde el punto de vista del ciudadano francés, lo más grave no es que Bolley fuera un espía sino que trabajara a favor de otro país, en concreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana, tal y como aseguran los principales periódicos de la India.

El escándalo puede tener consecuencias económicas inmediatas. Francia se ha presentado a un concurso para vender al Ejército indio 400 cañones de 155 milímetros, en competencia con empresas austríacas, británicas y suecas. El contrato no es poca cosa: más de 1.000 millones de dólares y la posibilidad de vender la patente para otros 1.000 cañones, construidos en la propia India.

Si se demuestra que el coronel Bolley trabajaba para los servicios de información, sean franceses o norteamericanos, el espionaje le habrá costado a París una buena cantidad, no sólo a causa de dicho contrato de armas, que ya se da por perdido, sino por la repercusión en otras actividades comerciales e industriales.

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La opinión pública india, indignada sin duda con la presunta participación del coronel Bolley a favor de Estados Unidos e indirectamente de su gran enemigo tradicional, Pakistán, aliado del Gobierno norteamericano, aceptará dificilmente que empresas francesas logren contratos oficiales, sea en la rama de la construcción o de la industria.

El coronel Bolley, que cuenta 52 años y está destinado en Nueva Delhi desde 1981, ha negado en redondo las acusaciones. "Es impensable que un oficial francés trabaje para el servicio de información de otro país", exclamó ante los micrófonos de la radio francesa. Algunos medios de París insinúan que todo se trata de una operación, montadá precisamente para desprestigiar a Francia y expulsarla del mercado de un país con tantas posibilidades como la India.

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