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Seis jóvenes mueren al ser alcanzados por un alud de nieve en la estación de Candanchú

Seis jóvenes murieron ayer en la estación invernal de Candanchú (Huesca), al precipitarse un alud de nieve sobre un grupo de 13 personas que practicaban el deporte del esquí. El hecho ocurrió sobre las 10.30 horas, cuando el grupo -integrado por expertos en este deporte- fue sorprendido por el alud que, debido a la configuración del terreno y a las escasas condiciones de visibilidad, no les dio ninguna posibilidad de escapatoria. Aunque las 13 personas fueron alcanzadas por el alud, el impacto afectó de diversa forma al grupo, cuyos componentes esquiaban ligeramente distanciados. Esta es la versión de una compañera de los accidentados, quien, con lágrimas en los ojos y profundamente emocionada, lo indicó al grupo de rescate.

Los seis esquiadores que resultaron muertos, todos ellos del equipo de juveniles y aguiluchos de la Federación Vasco-navarra, son los siguientes: Álvaro Ibarrondo Pérez, Iñaki Díez Arregui y Mónica Muiños Miñón, los tres de Vitoria; Patxi Vidaurreta Azanza, Josetxo Gortari Arrizabalaga y Eduardo Emmanuel Olivera, estos tres últimos de Pamplona. A excepción de este último, que ejercía de entrenador de la federación Vasco Navarra de esquí y que contaba con 30 años de edad, el resto del grupo tenía unas edades comprendidas entre 11 y 15 años.Los tres heridos, cuya salud no reviste gravedad, son Agurtzane Gurruchaga Gurruchaga, de Elgóibar (Guipúzcoa); Ainhoa Arbaizar Gómez de Segura, de Vitoria, e Irene Zarranz Elso, de Pamplona. Los cuatro ilesos, también sepultados por el alud y rescatados, son Carlos Ciganda y Amaya López Prieto, de Pamplona; Izaskun Zozaya Yunta, de Tudela (Navarra), y Nora Gurruchaga Gurruchaga, de Elgóibar.

El accidente se produjo cerca de la zona intermedia de Tortiellas, junto a La Rinconada, después que el grupo de esquiadores hubiera descendido una vez por la pista a la que se accede desde la telesilla. El descenso posterior lo efectuaron a la derecha de la silla de Tortiellas, sobre nieve profunda, y el alud les sorprendió en el momento de entrar en el paso situado debajo del llamado tubo de La Zapatilla.

La muerte les sobrevino por asfixia ya que el alud estaba formado por nieve caída el día anterior y fue aumentado su volumen en el trayecto hasta llegar a alcanzar 15 metros de longitud. Los cadáveres se encontraron a unos dos metros de profundidad.

En una nota hecha pública ayer tarde por la estación de Candanchú, se indicaba que había estado nevando toda la noche anterior, causando acumulaciones irregulares, asi como comisas y capas de nieve compactada. A la hora del accidente, según este comunicado, la visibilidad era de media a mínima, hecho confirmado también por una de las primeras personas que acudió al lugar del accidente.

Sólo uno de los afectados por el alud pudo salir por su propio pie y el resto necesitó de los trabajos de salvamento que, tras un rastreo superficial, liberó a ocho personas, entre las que se encontró el cadáver de Álvaro Ibarrondo.

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El rey Juan Carlos se encontraba esquiando en una zona no muy lejana del lugar del accidente. Según el director de la estación y amigo personal suyo, Eduardo Roldán, el accidente impresionó tremendamente al jefe del Estado, que permaneció cerca de las labores de rescate durante todo el tiempo. Sobre las 16.00 horas el Rey llegó a almorzar al hotel Edelweis, donde se aloja, una vez concluidas las labores de salvamento.

Tomaron parte en el rescate fuerzas de la Escuela Militar de Montaña, CAEM y Guardia Civil especializada en accidentes de montaña, personal de seguridad del Rey as¡ como un perro pastor alemán de la Guardia Civil.

Eduardo Emanuel Olivera, de 29 años, soltero y perito agrícola, era monitor de esquí de la Federación Vasco-navarra, entrenador nacional de esquí, preparador físico de corredores en la provincia. Según sus amigos, -informa Carmelo C. Ridruejo- poseía extraordinarias facultades físicas. Conocía la zona perfectamente.

Josecho Gortari Arrizabalaga tenía 15 años. Estudiante de octavo de EGB. Su hermana, que subía en el telesilla, vio cómo el grupo en el que iba su hermano eran arrastrado por el alud de nieve.

Patxi Vidaurreta tenía 16 años y estudiaba octavo de EGB. Su padre, Antonio Vidaurreta, es presidente de la delegeción en Navarra de la Federación Vasco-navarra de esquí y propietario de un comercio de material deportivo en el que trabajaba Eduardo Emanuel, otra de las víctimas.

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