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La nostalgia y la erótica de ser 'ex'

Un general nigeriano, ex jefe de Gobierno militar, esperaba, en una habitación sernivacía del palacio de Pedralbes, en una silla isabelina tapizada en plástico, frente a un fotomatón milagrosamente surgido de una maleta. El ex esperaba, al calor de una estufa catalítica, a ser retratado para obtener la tarjeta que le identificaría en una cumbre.¿Una extraña cumbre? Sí, una cumbre de ex jefes de Estado y de Gobierno. En muchos casos, parecen personajes en busca de un escenario y nostálgicos de notoriedades e influencias desvanecidas. La Prensa fue invitada a los discursos protocolaríos, pero excluida de las sesiones de trabajo. Los discursos fueron calificados de "impresionantes", como en las reuniones del poder. Pero los detalles no cuadraban: sobre la mesa había tanto tabaco y botellas de refrescos de naranja acompañando a la oficialísima agua mineral, que la escena recordaba un partido de tenis.

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Los ayudantes de los ex dormitaban aún más de lo habitual -con las excepciones de uno de los asistentes del ex vicepraner ministro chino Huang Hua y de los secretarios del ex primer ministro surcoreano Shin Yun Hwak, que tomaban apuntes febrilmente- y todo tenía tal aire de profesional improvisación que parecía hecho para dar la sensación de cumbre organizada como si los participantes siguieran en el poder, sin estarlo. Todo en la cumbre evocaba esa mezcla de angustia ante el anonimato, buenos propósitos y anhelos de recuperar el tempo perdido que configuran la nostalgia y la erótica de ser ex.

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