La desunión, principal 'rival' de la derecha francesa ante las elecciones de 1986
¿Cuál es el estado de salud de la oposición centrista-liberal-conservadora que perdió las elecciones presidenciales de mayo de 1981? Cuando se ha cumplido la mitad del mandato de siete años de François Mitterrand, a esta pregunta se puede responder de manera simplista, y por ello equívoca: lo que se califica como derecha en Francia no ha hecho, desde que perdió las elecciones, más que sentirse satisfecha in crescendo, pero no gracias a sus méritos propios, sino a los tropezones constantes de su rival, la izquierda gobernante.
Uno de los más feroces combatientes del antisocialismo, o más propiamente del antimitterrandismo, el escritor y académico Jean d'Ormesson, se preguntaba recientemente por lo que había hecho la oposición conservadora liberal desde 1981 hasta el día de la fecha: "Casi nada", respondía.
Leyes retiradas
Todos los partidos de la oposición, al igual que sus jefes, es decir, el partido gaullista, el giscardiano, el radical, el centrista, el de extrema derecha y los líderes más conocidos, como Valery Giscard d'Estaing, Jacques Chirac, Raymond Barre o Jean Marie Le Pen, lo único que han hecho, prácticamente, es explotar los errores de la izquierda.El año 1984 ha sido excepcional en este sentido, ya que la feroz acción de protesta antigubernamental de la oposición ha obligado a François Mitterrand a desdecirse y retirar la ley de la Escuela Libre, y la de la Prensa; y a meter en el congelador un referéndum que necesitaba para, aunque de manera indirecta, legitimarse ante el pueblo. Las elecciones, en efecto, como todos los sondeos, le declaran minoritario en el país y anuncian una victoria aplastante de la oposición para las legislativas de 1986.Esa etapa electoral, efectivamente, lo condiciona todo en Francia, y al mismo tiempo, como decía recientemente un comentarista, los comicios de la primavera de 1986, que hoy todos dan por perdidos para la izquierda gobernante, implican otra preocupación dominante: las elecciones presidenciales de 1988, si es que François Mitterrand llega al fin de su mandato.
Nadie duda de su capacidad para afrontar las adversidades, pero si perdiese la mayoría en 1986 los presidenciables de la oposición barajan la posibilidad de una eventual retirada de François Mitterrand.
Ante los escrutinios de 1986, o los comicios presidenciales de 1988, que condicionan las estrategias de todo el abanico político del país, la oposición, además de no ofrecer nada nuevo, mantiene lo que ha sido siempre su mayor enemigo: la desunión, las rivalidades insuperables entre sus jefes.
Jacques Chirac, al frente del neogaullismo, considera que él será el futuro presidente. Se basa en la potencia de su partido, que es el mejor organizado, junto al partido comunista, y el mayoritario dentro de la oposición.
La vuelta de Giscard
Valery Giscard d'Estaing, con el éxito de su libro Dos de cada tres, su elección triunfal como diputado, y algunas apariciones acertadas en la televisión, ha vuelto en 1984 a la escena política con gran fuerza. Ahora bien, aún sigue creyéndose en Francia que los ciudadanos no han olvidado su imagen de presidente-rey insoportable, que, por añadidura, "le dio el poder a la izquierda", según le reprocha su electorado. No conviene olvidar, sin embargo, que un hombre político no muere fácilmente, como demuestra el caso de François Mitterrand, al que se dio por cadáver en varias ocasiones a lo largo de su carrera pública.Raymond Barre ha sido el acontecimiento de 1984. El hombre que cuando ocupaba el pues,o de primer ministro en 1981, Jurante la presidencia de Valery Discard D'Estaing, era el políti-o más detestado por los franceses (sólo el 27% le apreciaba), es loy el número uno de los tres caballeros jdé la oposición, según los mismos sondeos.
Su rigor económico, contra el que se gritaba cuando era jefe de Gobierno, constituye hoy, con pocas variantes, la línea desarrollada por el mitterrandismo. Raymond Barre no quiere saber nada de los partidos, o así lo dice, y su baza presidencial (porque esto es lo que le interesa) podría llegar en caso de que los socialistas perdiesen las legislativas y la situación desembocara en el caos: ahí surgiría Raymond Barre, como Charles De Gaulle en otros tiempos, para ejercer de hombre providencial. Hoy, Jacques Chirac y Valery Giscard D'Estaing, conscientes del peligro Barre, vuelven a ser amigos para eliminarlo.
La nueva ola joven
Esta desunión es el principal rival de la oposición y el factor con el que puede jugar François Mitterrand.Cabe subrayar que este año, gracias a los efectos de la alternancia política que representó una novedad de la llegada al poder de los socialistas, el mundo político se ha removido, y los viejos, de la derecha y de la izquierda, se ven obligados a afrontar la aparición de la nueva ola joven, que por ahora aún no ha catapultado hacia el liderazgo a nadie realmente creíble ante la opinión pública.
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