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El joven muerto al atracar el restaurante Gure Etxea recibió un tiro en la espalda

José Luis Díaz Padrino, de 20 años, fallecido el pasado 9 de diciembre cuando atracaba el restaurante Gure Etxea, recibió dos balazos, uno en la mano derecha y otro en la espalda, según los informes balísticos y forenses recogidos por Antonio García Paredes, titular del juzgado de Instrucción número 14 de Madrid. Como autor de los disparos ha sido procesado el dueño del local, Ignacio Loinaz, en libertad bajo fianza.

El segundo de los disparos, el que le causó la muerte, entró por el octavo espacio intercostal izquierdo posterior y salió por el cuarto espacio intercostal de la cara anterior del hemitórax derecho, lo que parece indicar que fue efectuado por la espalda, tal vez cuando el atracador emprendía la huida.El auto de procesamiento dictado el pasado día 22 por el titular del juzgado de instrucción número 14, Antonio García Paredes, contra Ignacio Loinaz, de 64 años, propietario del restaurante Gure Etxea y autor de los disparos mencionados, apunta la posible existencia de dos delitos en la muerte del atracador José Luis Díaz Padrino: uno de lesiones con la eximente de legítima defensa y otro de homicidio sin eximente alguna. Según la primera impresión del juez, Loinaz forcejeó con el delincuente, que iba armado con una navaja. Ambos resultaron lesionados en el enfrentamiento, y cuando el asaltante huía fue alcanzado por el disparo mortal.

Loinaz fue procesado el pasado día 22 y quedó en libertad provisional bajo fianza de un millón de pesetas. El juez de instrucción le ha requerido asimismo para que deposite en el juzgado dos millones y medio de pesetas para asegurar las posibles responsabilidades pecuniarias. Antes de su puesta en libertad provisional el propietario del restaurante había permanecido ingresado en el hospital General Penitenciario y en el hospital Clínico en situación de prisión provisional.

El abogado Jaime Miralles Álvarez, defensor de Loinaz, recurrirá contra el auto de procesamiento por considerar que su defendido actuó en legítima defensa y no cometió delito alguno. Según Miralles, el propietario del restaurante, ante el acoso de tres atracadores armados con una pistola, una escopeta recortada y una navaja, se defendió con el revólver que posee legalmente. Loinaz sufrió dos heridas de arma blanca en el pecho y erosiones en una mano. La navaja de Díaz Padrino fue recogida con manchas de sangre.

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