Michael Ascott
se prometió a sí mismo cambiar legalmente de apellido y no volver a firmarse Ascott hasta que no consiguiera recaudar 1.000 libras esterlinas (unas 210.000 pesetas) para la campaña de ayuda a las masas hambrientas de Etiopía. Con esta intención Ascott se dirigió a la oficina de un notario británico, que no le cobró nada por sus servicios, y expresó su deseo de apellidarse "tonto del culo", en inglés, por supuesto. Y con su nuevo apellido firmó los documentos del cambio. Pero Michael no tuvo que esperar demasiado para retomar su apellido porque la aparición del "señor tonto del culo" en un canal de la televisión británica logró el "milagro de las 1.000 libras" y devolvió a Michael su Ascott original.
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