_
_
_
_

Armand Hammer

El negociador norteamericano que logró arrancar ayer un 'sí' condicional a Chernenko para una posible 'cumbre' con Reagan

Pilar Bonet

Pequeño, con el paso algo vacilante, el magnate norteamericano Armand Hammer, de 86 años de edad, apareció ayer con los ojos brillantes y vivos tras las gafas de gruesa montura negra, después de haberse entrevistado durante una hora y treinta y cinco minutos con el líder soviético, Konstantin Chernenko, a quien arrancó un sí lleno de condiciones para una posible próxima cumbre con el presidente norteamericano, Ronald Reagan. En Washington se anunció ayer que Armand Hammer pasará por Madrid antes de regresar a Estados Unidos. En la capital española presidirá la conferencia que lleva su nombre sobre la paz y los derechos humanos y asistirá a la apertura de una exposición en el Museo del Prado, que patrocina junto con el Rey.

Hammer, descendiente de una familia de origen judío-ruso de Odessa, es uno de los grandes abogados del mantenimiento de las relaciones económicas y comerciales entre el Este y el Oeste por encima de las concepciones políticas. Su nombre está estrechamente ligado al concepto de coexistencia pacífica y forma parte de las mitologías de la URSS. Goza de una situación privilegiada, viaja por todo el este europeo, incluida China, en su Boeing 727 particular, y es recibido por los más altos dirigentes.Durante los años veinte, cuando la comunidad financiera y empresarial internacional boicoteaba al joven Estado soviético, Hammer, médico de formación, emprendía florecientes negocios con la URSS, comenzando con la venta de cereales a cambio de pieles y piedras preciosas. Casado en primeras nupcias con una rusa, Hammer permaneció durante una década en la URSS y se convirtió en un pionero de la confianza empresarial occidental hacia este país.

Con la subida al poder de Stalin, Hammer regresó a EE UU llevando consigo una enorme colección de arte ruso alimentada a partir de las adquisiciones a aristócratas arruinados. El arte ha sido una de las maneras utilizadas por Hammer para acercarse a la URSS. Una magnífica colección de pintura de su propiedad viajó por la URSS a principios de los años setenta, y recíprocamente la URSS organizó en EE UU una exposición de impresionistas de los museos Hermitage, de Leningrado, y Pushkin, de Moscú.

Amigo de la familia del presidente Roosevelt, Hammer volvió a potenciar sus relaciones con la URSS en la época de Jruschov, y en 1961 Kennedy le envió a Moscú para tratar de subsanar el incidente creado por el avión espía U-2. El resultado del viaje fue un contrato que Hammer se adjudicó para la venta de fertilizantes.

En diferentes ocasiones Hammer ha regalado a las autoridades soviéticas obras de arte u objetos que pertenecen a la tradición revolucionaria marxista. A Breznev le regaló cartas de Lenin, y ahora a Chernenko le ha regalado una carta escrita por Carlos Marx en Londres en 1871. En dos ocasiones, mientras explicaba su encuentro con Chernenko, Hammer, a quien le temblaban ligeramente las manos, se confundió de nombre y se refirió al actual secretario general como Breznev. Lo que no se le olvidó, sin embargo, fue citar su relación con Lenin, un vínculo que le ha proporcionado una auténtica aureola, aunque parte de sus biógrafos aseguran que sólo le vio una vez en 1921, y durante una hora.

Sea como fuera, el contacto Hammer-Lenin ha encontrado una gran rentabilidad. A Breznev, Hammer le dijo: "Usted me recuerda mucho a Lenin...", y según contaba el mismo Hammer, Breznev se emocionó y las lágrimas afloraron a sus ojos. "Sesenta y tres años después de haber encontrado a Lenin por primera vez", decía ayer Hammer, "en un tiempo tan crítico como éste creo que es mi deber como americano hacer todo lo que pueda ( ... ) para que las superpotencias puedan llegar a un acuerdo que elimine la amenaza de guerra nuclear".

Occidental Petroleum, que goza de una importante posición en el comercio con la URSS, se ha visto perjudicada por las restricciones comerciales que impuso Reagan. En su conferencia de prensa, Hammer anunció orguilosamente haber obtenido licencia para una nueva exportación. Con cierto pesar, subrayó que las relaciones comerciales entre la URSS y EE UU tienen un nivel muy bajo comparadas con lo que habían sido en tiempos de Breznev y Nixon.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_