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Lolo Ibern

El seleccionador español de waterpolo deja su cargo y pasa a la política municipal

Alex Martínez Roig

Manuel, Lolo, Ibern ha sido un caso extraño en el deporte español. Licenciado en Filosofía y Letras, militante de Bandera Roja desde 1968 y del PSUC desde 1974, candidato a diputado en varias ocasiones, Ibern ha cosechado los éxitos más importantes de la historia del waterpolo español como entrenador de la selección. Con él España se clasificó cuarta en los Juegos de Moscú y de Los Ángeles y tercera en el Europeo de 1983. A los 38 años Lolo está decidido a "iniciar una etapa diferente" en su vida y ha aceptado, para sustituir a Francisco Segura -que pasa a la oficina olímpica-, actuar como coordinador de servicios del Area de Deportes del Ayuntamiento de Barcelona, y, si se acepta la propuesta del alcalde, como futuro coordinador de la campaña de promoción del olimpismo en las escuelas.

Mira fijamente a los ojos de su interlocutor, como para ayudar a creerse él mismo sus palabras: "Esto no es un adiós, es una fase nueva en mi vida". Repite sus ideas hasta tres y cuatro veces, con esa obsesión de todos los entrenadores por ser entendidos por los jugadores. "Después de seis años muy intensos como seleccionador, necesitaba un parón". Niega rotundamente que vaya a convertirse en uno de esos ejecutivos que juega a squash porque sólo disponen de media hora diaria para practicar el deporte. Reconoce que "aún no he aprendido el lenguaje de este despacho". Más tarde, quizá en un momento de debilidad humana de este Leo que adora la práctica, surge una vacilación: "Tengo miedo a sentir nostalgia"; y rápidamente añade: "Pero no es un adiós definitivo, porque yo me siento entrenador".Lolo Ibern rechaza la idea de que él es un tipo raro en el deporte español. "Hay más deportistas progresistas y de izquierdas de lo que parece. Lo que sucede es que en todos existe un sentimiento de separación del deporte y la política". El waterpolo salvó a Ibern de una situación delicada: "En 1969 detuvieron a muchos compañeros de Bandera Roja. Yo fui el último en caer. Me salvé, pasé sólo un mes en la cárcel Modelo porque la policía me acusó de participar en una manifestación que se celebró en Barcelona en el mismo instante en el que yo jugaba con la selección española en Niza. Pude demostrarlo y me dejaron salir".

Incómodo en un sillón al que aún no ha amoldado su cuerpo, Ibern habla deprisa: "En España existe un desprecio del intelectual progresista hacia el deporte. Lo minusvalora, quizá porque conserva la imagen de manipulación que existía bajo el franquismo. Esa reacción primaria se está superando, pero los intelectuales aún siguen creyendo que el deporte es un tema menor de la cultura, y ése es su error".

Ibern condena los boicoteos a los Juegos de Moscú y Los Ángeles, y con una sonrisa traviesa confiesa que los juegos en los que más disfrutó fueron los de México en 1968: "En Moscú y Los Ángeles había paranoia por la seguridad. En México, donde estuve como jugador, la villa olímpica era un desmadre simpático. Entraba y salía cualquiera sin ningún tipo de control". Ahora, Ibern deberá trabajar para llevar el espíritu olímpico a las escuelas. "Si los Juegos Olímpicos de 1992 no se celebrasen en Barcelona yo no me sentiría frustrado. Los juegos no han de servir como excusa para la generalización de la práctica deportiva, sino para quemar etapas más rápidamente. Y esa idea vale para todo el país, porque los juegos serían un patrimonio de España".

Ibern tuvo como presidente de federación española a Enrique Landa, un hombre conocido por su postura cercana a la derecha más conservadora: "Nunca tuve problemas con él", dice. "Es la demostración palpable de que en el deporte es posible la convergencia de gente de todas las ideologías".

Cuando Lolo Ibern habla de waterpolo, el sillón deja de moverse y el paquete vacío de tabaco negro descansa sobre la mesa. "El waterpolo es para mí una obsesión. La alegría más grande de mi vida la tuve cuando España fue cuarta en Moscú". Adora a sus jugadores, muchos de ellos también amigos, pero, con espíritu racional, Ibern reconoce los problemas que ha tenido con su selección: "Como en todos los deportes de equipo, a los españoles nos falta mentalidad de defensores, somos demasiado. cómodos, tendemos a la fantasía y al individualismo, no sabemos ganar y, además, sufrimos en las competiciones internacionales de un reflejo social de este país por el que todo lo que viene de fuera es mejor".

Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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