Un banco de España pagará la cantidad de ...
Los bonos bancarios se han convertido en la oferta inversora más accesible a final de año
Los bonos de tesorería constituyen un medio de captación de recursos para la banca privada y que, en esta última parte del año, se están convirtiendo en los protagonistas de las emisiones de renta fija, a causa de la falta de posibilidades que sufren los inversores particulares para acceder a otros empréstitos por la escasa oferta disponible.Muchos ahorradores ya están acostumbrados a que los bancos con los que suelen operar les ofrezcan este tipo de activos financieros, aunque en ocasiones el desconocimiento del gran público sobre la dinámica particular de los bonos les hace aparecer a primera vista como poco competitivos con otras emisiones, ya que ofrecen un interés bruto que oscila entre el 10% y el 13%.
Pero el mayor atractivo para los inversores no es el cálculo simple de esta remuneración, que es satisfecha semestral o trimestralmente, sino la posibilidad de canjear los bonos por acciones de la entidad emisora en las fechas previamente establecidas, que suelen ser a los 3, 9, 15, 24, 36, 48 y 60 meses -depende del plazo de amortización- a contar desde el final del período de suscripción.
Las emisiones, en líneas generales, se realizan a la par, es decir, el suscriptor debe desembolsar el importe íntegro del nominal de los titulos, que frecuentemente son de 1.000 pesetas, aunque también pueden encontrarse emisiones de 3.000 o 5.000 pesetas.
La ventaja del trimestre
La retención fiscal del 18% rebaja, en principio, la rentabilidad. Así, por ejemplo, una retribución anual del 10% disminuye al 8,2%, aunque el pago trimestral permite recuperar hasta un 10,38% anual de interés efectivo. Si el pago es semestral es necesario rebajar este cálculo, pero entonces se suele ofrecer un interés bruto algo más elevado. Si a ello se une la posibilidad de acogerse a la desgravación final del 15%, la rentabilidad al final de la amortización será del 19,64%.Cada emisión comporta una serie de ventajas para realizar el canje o la conversión, y que pueden oscilar entre conseguir una rebaja en el precio de las acciones del 10% o 15% (o 10 o 20 enteros menos; un entero es igual a cinco pesetas en las acciones de 500 pesetas nominales) sobre la cotización media registrada durante los 15 o 30 días anteriores a la conversión. Estas diferencias, por otra parte, terminan casi igualando en la. práctica a las diferentes emisiones, que gozan de un buen nivel de competitividad.
La mayor dificultad a la hora de analizar una inversión de este tipo consiste en comprobar si el emisor ofrece acciones viejas -es decir, de las que ya están cotizando en la bolsa (es lo que se denomina canje)- o acciones nuevas -aquellas emitidas especialmente para esa ocasión (conversión).
Mientras que las acciones viejas pueden ser negociadas inmediatamente en la bolsa (la diferencia entre el cambio oficial y la rebaja obtenida supone una plusvalía interesante, y a sumar a los intereses cobrados), las acciones nuevas deben esperar para poder participar en los beneficios de la sociedad, lo que reduce su precio en el mercado secundario respecto a las viejas. Y no hay que olvidar que aquellos inversores que se deciden a vender sus acciones inmediatamente y a reinvertir una y otra vez pueden encontrar plusvalías superiores al 50%.
En realidad, las entidades suelen utilizar estas emisiones para rebajar su autocartera, es decir, los títulos de la entidad que tienen en sus manos y que desde hace tiempo la autoridad monetaria quiere ver disminuir. Por consiguiente, a la hora del canje, será la situación interna de la entidad la que determine la naturaleza de las acciones -viejas o nuevas-, ya que en la mayoría de los casos los emisores se curan en salud y dejan entrever cualquiera de las dos posibilidades.
Para concretar el canje o conversión el ahorrador deberá pagar en metálico la diferencia entre el nominal de los bonos y el de las acciones para acceder al múltiplo inmediato superior, es decir, que siempre sea una cantidad exacta de acciones. Si no quiere acudir a la conversión puede esperar hasta el final de la emisión o bien puede vender los bonos en el mercado secundario, que es bastante activo.
Junto a los bonos de tesorería, se encuentran los bonos de caja, que constituyen un medio de captación de recursos reservado a los bancos industriales, actualmente cada vez menos diferenciados de la banca comercial. Su rendimiento se sitúa entre el 10% y el 13% nominal, que se eleva en torno al 20% si se incluyen las deducciones fiscales en el impuesto sobre la renta y en el de sucesiones. Con relativa frecuencia se realizan emisiones de cupón cero, es decir, que no cuentan con retribución hasta el final de la emisión.
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