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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Amistad entre China y España

LA VISITA que está realizando el presidente de la República Popular China a nuestro país supera ampliamente las consideraciones protocolarias. La delegación que le acompaña, integrada por unas 50 personas, entre ellas el ministro de Asuntos Exteriores y otros ministros y altos funcionarios, demuestra el interés que China ha puesto en este viaje. Para España, ahora en los trámites más tensos y difíciles de ingreso en la Comunidad Europea, el hecho de que Li Xiannian haya escogido Madrid para realizar su primera visita a Europa es motivo de satisfacción. Decir que este viaje va a estrechar las relaciones entre los dos pueblos y Estados no es una frase ritual.En realidad, hasta hace unos años, China aparecía a los ojos de los españoles como algo tan lejano, en el otro extremo del mundo, que poco podía afectarnos lo que allí ocurriese. Esta sensación se está superando gracias a una serie de pasos que se han dado, y en particular al viaje que hizo el Rey en 1978. Vivimos en un mundo en el que las distancias se han acortado muchísimo. Un mínimo de perspectiva histórica permite comprender que en la medida en que China, con sus más de 1.000 millones de habitantes, logre poner en marcha su modernización y elevar su nivel económico, su peso en los acontecimientos mundiales será aún mucho mayor de lo que es hoy. Para España, el desarrollo de sus relaciones políticas, económicas y culturales con China es una cuestión de importancia primordial.

Ya en las primeras conversaciones, y en los discursos pronunciados por el Rey y el presidente en la cena oficial de la Zarzuela, se han puesto de relieve algunas coincidencias de suma importancia en la visión de los problemas internacionales. A la vez que defiende la paz y el desarme en la ONU y en otros foros, China tiene un gran interés en que Europa occidental disponga de un sistema de defensa eficaz, en todos los terrenos, que no pueda dar lugar a desequilibrios peligrosos, incluso en otras áreas del mundo. Es sintomático el vigor con el que Li Xiannian, ha resaltado las aspiraciones comunes de China y de Europa occidental, y el interés de China por "ver una Europa unida" sólida y poderosa". Ha apoyado netamente la política europeísta que España desarrolla. Por otro lado, es sabido que los problemas del Tercer Mundo ocupan un lugar de primer plano en la política internacional china; es un terreno en el que pueden manifestarse también coincidencias sustanciales. China no puede dejar de valorar los vínculos históricos de España con Latinoamérica, y asimismo sus relaciones particularmente estrechas con el mundo árabe.

Este viaje del presidente Li Xiannian tiene lugar en un momento en que la imagen ideológica que China transmite al exterior es muy distinta de lo que era hace 10 o 15 años. Quizá algún sector pueda sentir cierta sorpresa, al recordar ese pasado. El Partido Comunista chino acaba de adoptar decisiones audaces para reformar su sistema económico, abrir espacio al mercado y a la competencia entre empresas, acabar con una planificiación estatal centralizada y asfixiante, desarrollar los estímulos económicos, liberalizar las relaciones con países extranjeros. El objetivo de estos cambios profundos es poner a China en condiciones de modernizarse, de convertirse, antes de que se inicie el siglo XXI, en un país capaz de tomar el tren de la nueva revolución científica. Sin embargo, interpretar esa reforma como un "retorno al capitalismo" sería simplista y erróneo. La originalidad de la actual experiencia consiste en que, al introducir en su economía palancas típicas del capitalismo, China lo hace sin renunciar a cierta continuidad con la Larga Marcha de los años treinta y con la revolución ulterior. La China actual ha superado y eliminado dogmas y mitos que tuvieron un peso decisivo en algunos períodos. Pero considera, a la vez, que su revolución ha puesto fin a una China semicolonial y semifeudal y ha dado, en ese orden, pasos irreversibles. La personalidad de nuestro huésped de hoy, Li Xiannian, y su vida de revolucionario y gobernante encarnan en cierto modo ese esfuerzo por engarzar la historia con la aspiración a la modernidad.

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