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ARTE

Ganar dinero con mucho gusto

La moda influye decisivamente en la evolución del precio de obras y artistas

El mercado del arte se aleja de todos los demás sectores de inversión, y es que, en el reino de la estética, las modas influyen considerablemente en la evolución de los precios. Autores, escuelas y temáticas se ven cíclicamente condenados al olvido y depreciados o exaltados a primer plano y revalorizados.La primera dificultad de este universo artístico es acotar sus límites. Aunque tradicionalmente se viene estableciendo cierta división entre la pintura y la escultura o las antigüedades, lo cierto es que esta separación es más operativa que real, ya que, en definitiva, casi todo es arte. A este respecto, no hay que olvidar que nuevas modas han impulsado en los últimos años subastas millonarias de los más variados objetos, como abanicos, relojes o utensilios de época. ¿Quién puede decir que eso ya no es arte?

Sin embargo, la pintura se ha convertido en la gran estrella del sector, y prácticamente todo el negocio inversor gira en torno a ella. Al menos en España, donde este mercado vive un nuevo auge, en los últimos años, después de haber superado la crisis originada a finales de la década de los setenta por un excesivo optimismo, que elevó los precios de muchos autores y obras de manera artificial. Y es que una de las mayores dificultades que se plantea un inversor es el saber con certeza el valor de una obra determinada. Un coleccionista pagará cualquier cantidad por esa pieza que anhela, pero ¿será posible encontrar un comprador así cuando se desee convertir en dinero la inversión?

El difícil precio

A pesar de estas dificultades, muchos inversores se han acercado al arte, un sector que mueve unos 4.000 millones de pesetas anuales (frente a unos 100.000 millones de pesetas a nivel mundial) a través de casi medio millar de galerías y dos docenas de subastadores, entre ellos los más importantes del mundo. Pero no se puede olvidar en este aspecto a los autores que venden directamente sus obras, a los marchantes y a los anticuarios. Menos aún hay que prescindir de la existencia de un mercado clandestino, que compra y vende piezas de muy dudosa legalidad.

Para comprender la dificultad de tasar una pieza, basta enumerar los aspectos que influyen en la fijación de su precio de estimación: estado de conservación de la obra, nivel de calidad, comprobación de autenticidad, cotización del autor (o de la escuela o período), cantidad de obras del autor en el mercado (una oferta abundante rebaja los precios), y también se tienen muy en cuenta las cotizaciones que haya podido registrar la obra en subastas anteriores. Pero sólo existirá la garantía de que ese es un precio justo si a la hora de vender -directamente o en subasta- algún comprador está dispuesto a cerrar el trato.

Los expertos suelen recomendar a los neófitos que comiecen por lo más sencillo: adquiriendo obras de autores conocidos y estimados. Esa es la mejor garantía para asegurarse una buen venta posterior. Después, hay que asegurarse que la obra es auténtica, por lo que conviene realizar la compra en galerías o casas de subastas prestigiadas. No se puede olvidar la relación calidad-precio, pero hay que huir de las gangas, especialmente en aquellos casos de obras de baja calidad y atribución confusa.

Los no iniciados, en este sentido, deben acostumbrarse a la terminología de los subastadores, quienes clasifican las obras siguiendo un lenguaje que puede prestarse a confusión. Cuando se examina un catálogo de estas casas conviene tener presente que sólo en el caso de que el autor de la obra sea citado con su nombre y apellidos completos existe el total reconocimiento de autenticidad. Si, por el contrario, se cita la inicial del nombre y el apellido, se considera que la obra es de la época del artista y que ésta puede ser total o parcialmente suya. Cuando el subastador considera que la obra es de la escuela del artista o está realizada por alguno de sus discípulos, se cita solamente el apellido de aquél. Menos problemas de interpretación ofrecen los conceptos de atribuido, que consiste en una catalogación basada en el estilo, o asignado, que siempre indica una antigua asignación de la obra al autor.

Con la moda por montera, de poco sirve al inversor fijarse en la revalorización que ha registrado un autor determinado en los últimos años. Puede que algun día disminuya el interés de los compradores. Incluso distintas obras del mismo autor reciben trato diferente a la hora de fijar los precios. En estas condiciones, sólo cabe analizar las tendencias actuales del mercado a nivel de gustos y preferencias, e intentar adivinar cuáles quedarán en el futuro y aquellas que caerán en el olvido.

Cada año sale al mercado una docena de obras que pueden considerarse maestras, que, por supuesto, están fuera del alcance de los inversores medios. Las revalorizaciones de los artistas clásicos son seguras, ya que pueden colocarse fácilmente en el mercado mundial.

Para todos los bolsillos

Pero no es necesario dedicar una fortuna para iniciarse en la inversión en arte. Por unas 70.000 pesetas es posible adquirir grabados de artistas con firma, y por menos de 400.000 se puede llevar uno a casa un cuadro de un autor con cierta garantía de revalorización. Por otra parte, esa es la tónica general de las subastas españolas, donde, se considera que una cuarta parte de las obras se mantiene en una categoría media-alta.

Las preferencias de los compradores, por si acaso, apuntan hacia las obras de los siglos XIX y XX, aunque la pintura cubista y abstracta tiene pocos seguidores, si se exceptúa a artistas consagrados.

Otro aspecto a tener en cuenta es el interés autonómico por las obras, es decir, que los artistas catalanes son más cotizados en Cataluña que en el resto del país; pero lo mismo ocurre con los autores valencianos en Valencia, o con los gallegos en Galicia. A decir de muchos expertos, este factor viene a aumentar los riesgos propios de cualquier inversión de este tipo, al limitar aún más el mercado nacional.

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