_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Libertad

¿Por qué es tan importante la libertad? Es una pregunta enorme y urgente. La libertad en nuestros días no es lo que era hace 100 años. Hay que pensar en términos diferentes cuando se habla de la libertad en épocas y países distintos. La libertad para nosotros y la libertad para los indios norteamericanos que viven en reservas son dos cuestiones diferentes. La libertad en Polonia es diferente a la libertad en África, de manera que la respuesta a la pregunta de por qué es tan importante la libertad varía de un lugar a otro.Hace falta conocer el país, hace falta conocer la comunidad específica para poder comprender el tipo de libertad que ésta necesita.

Pero algo permanece invariable. En todos los países, en cualquier época, el hombre nace libre, con el derecho inalienable a desarrollar su propia personalidad en el mayor grado posible.

El hombre sólo será feliz cuando viva tan libre como se lo permitan las limitaciones de la época y el lugar.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

En Polonia hablamos de libertad en términos diferentes a los empleados en otros países en los que se dan otras condiciones. Lo que necesitamos en Polonia, en primer lugar, es el derecho a tomar decisiones sobre determinadas cuestiones, el derecho a expresar opiniones polémicas y una mayor libertad en cuestiones económicas.

Cuanto más se tiene más se quiere. Y esto también es aplicable a la libertad. Pero es importante hablar de los métodos. Ahora, que estamos en el umbral del siglo XXI, es vital que desarrollemos nuestra lucha con los métodos más pacíficos posibles.

En la época que está ahora llegando a su fin era posible confiar en la fuerza bruta para alcanzar los objetivos que se deseasen. Creo que ahora ha llegado el momento de emplear los argumentos. Debemos emplear el poder del argumento en lugar del argumento del poder.

Por este motivo es indispensable contar con una solidaridad interna en cada país e internacionalmente entre las naciones. Sólo con la ayuda de la solidaridad entre personas y la solidaridad entre naciones podrá ser eficaz la lucha por la libertad. Cuanto mayor sea nuestra solidaridad y más nos ayudemos los unos a los otros, sin emplear métodos violentos, más fácil será la batalla y antes conseguiremos nuestro objetivo.

La libertad puede ampliarse en todas partes. Incluso los países que disfrutan de un alto grado de libertad deben recordar que no hay ningún lugar en este mundo en el que no se pueda mejorar la libertad. Siempre se puede aumentar la libertad de maneras diferentes.

No estoy defendiendo la anarquía y el caos, por supuesto; siempre habrá límites a la libertad, en todas partes y en todas las épocas. La tecnología impone ciertos límites; no hay más que pensar en los límites que impone un simple reloj. Nos está continuamente recordando cuándo tenemos que levantarnos o cuándo tenemos que ir a trabajar, a pesar de que nos gustaría ser libres para obrar de manera diferente. Sin embargo, no hay ningún lugar en el mundo, en el que no se pueda mejorar la situación, ningún lugar en donde no deberíamos exigir mejoras.

En muchos países las condiciones económicas imponen sus propios límites a la libertad. Las personas sin dinero no pueden comprar todo lo que quieren ni pueden viajar donde desearían. Pero incluso países en los que tales limitaciones son mínimas, países con un gran nivel de vida y un alto grado de respeto por los derechos políticos y la libertad de expresión, no deben olvidar jamás que tienen una obligación que cumplir en ayudar a otros países-.

Tal como ya he dicho, estamos en el umbral del siglo XXI. Se acerca una época en la que todo el mundo debe luchar. Solidaridad emplea métodos no violentos en defensa de los derechos humanos.

Los adelantos tecnológicos son tales que ningún país puede pensar lógicamente que vaya a ser autosuficiente en todo. Todos los países están unidos unos a otros y dependen unos de otros. Por esa razón hay que llevar con inteligencia la lucha por los derechos humanos.

La gente está empezando a comprender que tiene que elegir otros métodos diferentes que lanzar ladrillos o destrozar fábricas, como se hacía en otras épocas. Estos métodos suponen simplemente que ellos mismos tienen que reparar los daños que han causado, porque no hay nadie más que pueda hacerlo. Los métodos del futuro deben ser pacíficos.

Pero incluso nosotros, en Polonia, carececemos de métodos pacíficos eficaces. Sin embargo, tenemos que esforzarnos por encontrarlos para poder mejorar nuestra situación. Sean cuales sean los métodos que empleemos, tienen que ser pacíficos.

Permítanme que se lo demuestre con un ejemplo. Cuando las bacterias viven parásitas en un organismo, jamás verán que destruyan a su huésped. Las bacterias no son tan tontas. Los seres humanos tenemos que aprender a ser igual de íntefigentes. Si no lo conseguimos tendremos que pagar un precio demasiado alto por los cambios que pedimos. Indudablemente, el organismo político puede y debe mejorarse, pero hay que hacerlo por métodos pacíficos, porque los adelantos tecnológicos han llegado a un punto en que ni los Estados ni los grupos de individuos tienen esperanza de lograr nada por la violencia.

Y esto puede aplicarse, de manera destacada, a la gran catástrofe de la guerra y del conflicto militar. No debemos destruir el mundo del que todos dependemos. No hay más alternativa que la colaboración entre pueblos diferentes, con sus opiniones y sistemas diferentes. Creo que ninguna persona en su sano juicio puede dejar de entenderlo.

Ya no vivimos en la época de la espada y la armadura, cuan do el mundo podía permitirse un poco de locura. El mundo se ha hecho pequeño, los continentes se han aproximado y las armas son tan potentes que no podemos permitirnos, que nadie puede permitirse, iniciar una guerra. Jamás debemos olvidar que vivimos en un período de transición entre dos épocas. En otro tiempo era posible imaginarse que se podía lograr algo con la guerra, pero en nuestra era esto es impensable.

Sin embargo, al final de una época existe el gran peligro de que quienes tienen el poder hagan todo lo que puedan para aferrarse a él en la nueva. Todavía es posible encontrarse con muchas personas de la antigua época que se aferran al instrumento de la guerra como medio para resolver los conflictos. Pero quienes se dan cuenta de que está naciendo una nueva época no pueden aceptar ya las guerras como un medio de solucionar los problemas. La generación más joven no permitirá el empleo de los métodos de la vieja generación, ni entre Estados ni entre grupos de individuos. No obstante, no debemos olvidar que los últimos años de toda época son los más peligrosos. Al final de una época puede darse cualquier cosa, hasta la guerra.

¿Cómo se puede propiciar una transición pacífica a la nueva época? Poco importa un pequeño cambio en las altas esferas del poder; los Gobiernos lo deciden todo.

Ha habido épocas, ha habido países, en los que el objetivo principal de las acciones populares era un cambio de Gobierno. Pero en ocasiones, cuando han triunfado quienes tenían los buenos ideales, las condiciones han seguido siendo tan miserables como antes, y a veces han empeorado. Y éste es uno de los aspectos más terribles de los métodos que, según sé, se están empleando en África del Sur: que las personas que son víctimas de tales métodos pueden adoptar los mismos medios cuando ellos lleguen al poder. Los seres humanos no deben emplear jamás armas sobre otros seres humanos.

En el caso de nuestra revolución polaca no hemos buscado el poder. No se puede excluir la posibilidad de que Solidaridad, si lograra el poder político, creara peores condiciones que aquellas de las que queremos librarnos. Por eso, a todas las personas que piensan les digo con todas mis energías: no debemos ansiar el poder del Gobierno. Lo que debemos hacer es crear en nuestra sociedad un tipo de estructura democrática que todo Gobierno tenga que respetar. El objetivo de nuestra actividad ha sido y sigue siendo la creación de estas estructuras, no la toma del poder.

Nos han acusado de querer derrocar al Gobierno y de tomar nosotros el poder. La acusación se basa en la falta de experiencia de nuestra joven organización. De cuando en cuando hemos hecho declaraciones que no han sido siempre lo suficientemente precisas y concretas; la gente sospechaba de nuestros motivos y creía que Solidaridad quería tomar las riendas del Gobierno. En alguna ocasión hemos expresado nuestras ideas mal y sin precisión, como, por ejemplo, cuando criticamos el sistema electoral polaco. Esto le podría haber dado a ciertas personas la idea de que queríamos el poder del Gobierno. Pero no es cierto. Es, en realidad, un caso de malentendido.

Los ciudadanos de otros países pueden aprender de esto. El objetivo más importante de la gente en los países en los que se esté dando o preparando una revolución no debe ser el cambio del poder. Lo que importa es la creación de estructuras que puedan democratizar al Gobierno.

No hay duda de que algunos de quienes están en el poder han cometido errores tan graves que tienen que marcharse. Pero el objetivo primario no puede ser la consecución de estos cambios ni hacer que un grupo de personas elimine a otro. Lo importante es crear estructuras democráticas desde la base de la sociedad.

Si la gente puede crear estas estructuras sociales, entonces todo gobernante, todo Gobierno se verá obligado a tener en cuenta la democracia; y reinará la libertad, la justicia y el bienestar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_