Decenas de miles de madrileños cumplieron la tradición de visitar los camposantos
Decenas de miles de madrileños acudieron ayer a los cementerios de la ciudad con motivo de la festividad de Todos los Santos, para cumplir con el tradicional rito de visitar y adecentar las tumbas de sus muertos. Las carreteras de acceso al cementerio de la Almudena, el más grande de Madrid, registraron una afluencia inusual de vehículos que transportaban visitantes cargados con voluminosos ramos de flores comprados en los innumerables puestos instalados en las entradas del camposanto.El personal de los servicios del cementerio comentaba que "en días normales no vienen más de 100 o 200 personas, y sin embargo hoy ésto parece una fiesta". Los visitantes que ya habían conseguido vencer las dificultades para entrar en el cementerio, invadían sus avenidas y paseaban entre las hileras de tumbas leyendo las inscripciones y comentando lo adornadas y bonitas que estaban algunas de ellas.
Muchas mujeres, provistas de cepillos, cubos, balletas y otros utensilios de limpieza, aprovechaban la visita para adecentar las lápidas con esmero no exento de fervor, antes de colocar de forma lo más artística posible los ramos que habían adquirido para la ocasión. Un visitante afirmaba que .más que un acto piadosa, parece una verbena, pero además de una costumbre, es ya una obligación visitar a nuestros muertos en esta fiesta".
Como en cualquier lugar al que está previsto que acudan muchas personas, en los alrededores de los cementerios se vendía un poco de todo. Las flores, cuyos precios aumentaron respecto a otros días del año, y las velas eran las mercancías más numerosas, pero también había scouts que asediaban a los visitantes para que compraran participaciones de la lotería de Navidad, o un viejete que vendía barquillos con la mejor de las sonrisas.
Muchos de los visitantes concluían el recorrido visitando el cementerio Civil, situado en la carretera de Vicálvaro, donde descansan los restos de conocidos políticos y literatos, y se congregaban con curiosidad alrededor del panteón, repleto de flores, donde está enterrado Pablo Iglesias.
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