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Tampoco, un pueblo de gentes honradas y conservadoras que vio nacer a Ronald Reagan

Francisco G. Basterra

"This is Reagan country", ("Ésta es la tierra de Reagan") afirma un anuncio rojo sobre madera blanca que cuelga sobre el único supermercado del pueblo. Aquí sobran los sondeos. Tampico (950 habitantes), en el Estado de Illinois, en el corazón del Medio Oeste norteamericano, a dos horas de Chicago, ya ha entrado en la historia de este país. En una casa de ladrillo rojo de dos alturas, en la Main Street, la tópica calle principal inmortalizada en decenas de películas de Hollywood, nació, el 6 de febrero de 1911, el actual presidente de Estados Unidos, hijo de Nelle, una mujer muy religiosa, y Jack, un hombre echado a perder por su excesiva afición a la bebida.

La infancia de Reagan transcurrió en pequeños pueblos de esta región. De Tampico fue a Dixon (15.000 habitantes), 40 kilómetros más al norte, donde asistió al colegio y cuenta que se formó fundamentalmente su carácter. Pero todas estas localidades están unidas por sus calles mayores. Es la filosofía descrita para siempre en los años veinte por la novela de Sinclair Lewis Main Street.

Una forma de vida sencilla, conservadora, cerrada en sí misma, con el orgullo de pequeña comunidad pero también con un recelo natural hacia el exterior. Son pueblos para gentes honradas y decentes, de ley y orden. Reagan es un producto de esta América profunda, y su sistema de valores y su filosofia política se formaron en estas calles mayores.

El primer saludó al viajero es "¿No vendrá usted aquí a buscar deniócratas?". En la Main Street de Tampíco, barrida por el viento y la lluvia, Gary Spencer, de 35 años, embutido en una camiseta anuncio de sí mismo, trata de colocar de mano en mano su propa ganda electoral. Es el actual fiscal del condado de Whiteside (68.000 habitantes), al que pertenece Tampico, y se presenta a la reelección en los comicios del 6 de noviembre, fecha en la que no sólo se elige al presidente sino también se re nueva parcialmente el Congreso y se eligen gobernadores y multitud de cargos de nivel estatal y local. Spencer, un mocetón que se decla ra amante de la ley y el orden y presume de haber logrado un 97% de condenas en los tres años que lleva como fiscal es, por supuesto el candidato del Partido Republicano.

Burt Hurd charla en la acera con Spencer, que espera que algún granjero pare en la Main Street y baje de su camioneta para poder entregarle la propaganda. Hurd es un votante demócrata, pero que no muestra esperanza en un triunfo de Walter Mondale. Explica, sin embargo, que los dernócratas son bastante activos en la zona, ya que en el cercano pueblo de Sterling hay una importante siderurgia que en su día dio empleo a 5.000 trabajadores. Hoy el acero es una de las industrias en decadencia en este país, y la fábrica de Sterling sólo ocupa a 2.400 obreros. El paro y la presencia de trabajadores industriales (más de la mitad de los hombres de Tampico trabaja en la acería) explica la existencia de un bastión demócrata en la zona.

Illinois es un Estado que Mondale debería ganar sí quiere triunfar el próximo martes, pero todos los sondeos indican que lo perderá. Chicago vota siempre demócrata, pero sus suburbios y el, resto del Estado compensarán para los republicanos el voto de la capital.

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Pero Tampico es sobre todo campo y llanura; la carretera local 172, que lleva al pueblo, cruza sin una sola curva un horizonte continuo de campos de trigo y maíz salpicados por pequeñas graríjas de madera rodeadas de manteles de césped cuidadosamente cepillados y con sus buzones nietálicos junto a la carretera.

El signo más distintivo de Tampico es el elevador de grano y los silos de almacenamiento pintados de blanco. Marca el comienzo del pueblo, junto a las vías del férrocarril. Ya sólo pasa una vez a la semana un tren de mercancías que ni siquiera para en el pueblo. Tampico tiene también un supermercado, un policía, dos escuelas, que concentran a los niños de toda la zona, una oficina de Correos, la casa de pompas fúnebres Garland, situada junto a la vivienda. donde nació Reagan, dos tabernas y cinco iglesias. "Afortunadamente hay más iglesias que bares", afirma orgulloso Lloyd Mc'Iilehiney, el gerente del elevador de grano y uno de los poderes fácticos del pueblo.

Ideas claras

Mc'Ilehiney, 62 años, tiene las cosas claras, políticamente hablando. En esta parte del país las cosas, como las ideas, son buenas o malas, igual que el clima extremadamente frío o caluroso, según sea invierno o verano.

Los matices políticos de los intelectuales y la Prensa liberal de las ciudades del este no cuentan en el Medio Oeste. "Necesitamos una personalidad fuerte y una política firme de defensa, y Reagan nos la ha dado", asegura Mc'Ilehiney.

A pesar de su contundencia conservadora, el gerente del elevador de grado está interesado por lo que ocurre fuera de las fronteras de EE UU y tiene una opinión sobre Europa. "Hemos instalado allí cohetes nucleares para proteger a los europeos, no para iniciar una guerra. Pero por lo que vemos en la televisión tenemos la impresión de que toda Europa occidental es pacifista. A pesar de todo debemos mantener nuestra presencia militar en su continente".

Mc'Ilehiney critica a la Prensa, algo muy de moda ahora en Estados Unidos, a la que acusa de deformar la realidad y de no sintonizar con los sentimientos del norteamericano medio. Y afirma: "En definitiva es la opinión de The New York Times y la de The Washington Post, que el domingo apoyaron a Mondale, que luego reproducen los telediarios de las tres grandes cadenas de televisión, lo que nos tenemos que tragar aquí, y eso es demasiado liberal para nosotros". El 65% de los norteamericanos tiene a la televisión como principal fuente de información. De España Mc'Ilehiney sólo sabe que es buen cliente de productos agrícolas norteamericanos.

Ronald Reagan no ha venido a Tampico desde 1976, cuando intentó, sin éxito, lograr la designación de su partido para la presidencia luchando con Gerald Ford. Después de esto han ocurrido un par de cosas notables. Hace cuatro años un incendio destruyó un almacén y el único restaurante del pueblo, y el 3 de noviembre de 1980 sucedió el milagro.

Milagro en Tampico

Era por la tarde y había dejado de llover. Tras el chaparrón, cosa normal, apareció un arco iris, pero a los pocos minutos se le añadió otro segundo que incidía sobre la casa de los Reagan. El día siguiente, 4 de noviembre, Reagan era elegido como el 40º presidente de EE UU.

Las pruebas de este fenómeno de la naturaleza, presagio de un cambio en el rumbo político de EE UU, se venden hoy en forma de postales, a 25 centavos la unidad, en la tienda de recuerdos de la infancia y demás hechos de la vida de Reagan que, con astuto sentido comercial, explota el matrimonio Nicely. La fotografía la sacó Mc'Ilehiney.

Esta pareja, de edad avanzada, es la actual propietaria de la casa donde nació el presidente. Confiesa haberse gastado 100.000 dólares (unos 17,5 millones de pesetas en la reparación de la vivienda, dinero que confian recuperar con la venta de camisetas, gorros, bolígrafos y llaveros que la docena aproximada de visitantes diarios se lleva de su tienda-museo de Tampico para recordar el día en el que visitaron la casa natal del presidente. Por supuesto, Paul y Helen Nicely votarán el próximo martes por Reagan.

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