Roberto Castañón: "Lo único que piensas es en machacar al rival"
Roberto Castañón, dos veces campeón de Europa, quizá el último púgil ,español de elite, se retira de¡ boxeo seguramente con un sabor de amargura en la boca. "Me hubiera gustado colgar los guantes siendo campeón", dice, "pero no consigo entrar en el peso". Lo cierto es que la pasada semana confirmó su mala racha: fue derrotado en el Reino Unido por KO en el quinto asalto. "La báscula fue quien me tiró", repite, "tuve que ir a pesarme dos veces porque en la primera no entraba en la categoría". Castañón se va opinando, no obstante, que el boxeo es bueno y noble, aunque matiza: "En el ring lo único que piensas es en machacar al rival".
Roberto Castañon se va como los ídolos caídos, aunque él se empeña en negarlo. Lo cierto es que se va, lo lleva pensando desde hace en año, lo tiene decidido, y no sabe qué hará con su vida: "¿que si tengo dinero dices, quién tiene dinero ahora? No me preocupa, soy muy joven y tengo mucho camino por delante. Ya veremos".El boxeador leones nació el 4 de enero de 1953. Aún no ha cumplido, pues, los 32 años. Debutó como profesional en su ciudad natal el 29 de noviembre de 1975, tras haber sido ya campeón de España aficionado de los pesos plumas un año antes. Su primera victoria, por abandono de su rival en el tercer asalto, fue ya un ejemplo de su poderosa pegada, la mejor de sus características como boxeador.
El 16 de diciembre de 1977, en Barcelona, dio la gran sorpresa y ganó por KO en el undécimo asalto al catalán Manuel Massó y se proclamó campeón de Europa de la categoría. En 1981, casi cuatro años después, y tras 11 defensas victoriosas del entorchado, una lesión y las dificultades para dar el peso le hicieron cambiar de categoría y subir a los ligeros-júnior, donde también ganó el título continental poco después ante el francés Londas. Sin embargo, por detrás ya habían quedado dos derrotas contundentes frente al norteamericano Coloradito López y al mexicano Salvador Sánchez. KO en el segundo asalto el 10 de marzo de 1979, en Salt Lake City, e inferioridad en el décimo el 22 de marzo de 198 1, en Las Vegas, respectivamente.
Historia limitada
La historia de Castañón quedaba ya limitada, entonces, a la de un campeón europeo. Sus aspiraciones mundiales chocaron con Estados Unidos y México, donde el boxeo profesional aún tiene carta de naturaleza, aunque un tercio de los médicos pidan ya su abolición. Tras defender la corona ante Carlos Miguel Rodríguez y el italiano Siracusa, sufrió su primera derrota europea frente a otro transalpino, Raininger. Y fue el principio del fin. A partir de ese momento se sucedieron Ias derrotas hasta la reciente del Reino Unido.
Atrás quedan ahora las noches de dolor y gloria, en las que el campeón saboreó, entre palmadas y felicitaciones la miel de la victoria, mientras el cuerpo, la cabeza, las ideas, sobre todo, se dolían de los golpes recibidos. "Cuando te dan, duele después, pero en el ring ni te enteras. Lo único que piensas es que tienes que pegar, en que tienes que machacar a tu rival".
"Más tortas da la vida"
Roberto Castañán lo dice con un símil taurino: "más tortas da la vida o, por lo menos, las mismas". Pero de golpes no quiere hablar, o mejor, seguramente quiere olvidarlos. Apenas pequeños hematomas, parece decir. Pero con tantos KO tiene que haber mucho más que no se ve.
"Yo no me quejo, para mí el boxeo lo ha sido todo", dice Castañón con insistencia. Lo deja con decisión, aunque con pena. No tiene el menor resquicio de duda: "el boxeo es bueno, noble, valiente, viril, cosa de hombres recios y no de maricas". Y así, con una retahíla interminable de adjetivos, todos adjudicables, naturalmente, al tradicional eterno masculino. Finalmente, un pero, al fin: "lo peor, dice, son las concentraciones. Todo,el día entrenando sin poder estar con amigos o con mujeres. Es lo que peor he llevado".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.