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Tribuna:
Tribuna
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La elipse

15 lunes

Me lo cuenta una bella periodista mejicana, de madrugada, en una fiesta en mi dacha: "Octavio Paz tiene una hora diaria de televisión, en mi país, donde, entre divagaciones sobre Sor Juana Inés, el surrealismo o su experiencia hindú, va infiltrando un mensaje subliminal, proyanqui, inconcebible en él hace unos años". Uno ha ido siguiendo con admiración y respeto la curvatura de este gran poeta y ensayista. Francisco Nieva me contaba un día cómo Paz era un "meteco" entre los surrealistas, sobre quienes tan bellamente ha teorizado. Su ensayo sobre Juana Inés, de gran espesor, me ha asombrado como su mejor libro. Pero la posición de Paz, hoy, en el mundo, está clara, frente al Nobel que se merece o al margen de él: es un escritor que ha optado por el new deal. Esto nos parece perfectamente correcto, siempre que se dé o diera sinceramente, directamente, asumidamente. Lo que nos desertiza, en Paz, es que haya optado, en contra de sus opciones y sus experiencias juveniles (nos pasamos media vida luchando contra el que fuimos la otra media) y no declare su opción, sino que siga haciéndoselo de intelectual independiente, por encima del tiempo y del espacio. La independencia es tan respetable como la dependencia honesta. Hay que elegir una figura. Lo que no se puede es jugar a varias a la vez. En Salamanca coincidí hace pocos años, en un congreso sobre la lengua castellana, con el otro gran mejicano, Rulfo, y, cuando todos esperábamos de él una explicitación de sus implícitos y geniales relatos, se despachó con una disertación casi comercial de ejecutivo de Televisa/ Méjico, la empresa que le paga. No está uno en la edad, claro, de creer que los genios viven del alba del alhelí, pero toda edad es buena para advertir a los genios, mayores o menores, de que las actitudes ambiguas no engañan a nadie, y es más honesto quien (como Proust), passa de políticas e ideologías. El pecado de grandes escritores como Paz no es de ambición, como se cree rudamente, sino de soberbia: se consideran más listos que nosotros y creen convencer al mundo con su carne inmortal y su demonio goethiano. Pero Goethe tampoco engañaba: era un reaccionario.

17miércoles

Rafael Borrás (Planeta) y otros entrañables, me felicitan en un San Francisco que no es el mío, entre otras cosas, porque era el de Franco. Gracias de todos modos, entrañables. Huston me invita a ver Bajo el volcán. José Luis, a ver sus pieles. El Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada quiere mostrarme el Libro de la primera navegación de Colón. La Embajada USA nos invita a cenar con el Pulitzer William Kennedy. Termino mi Diccionario inútil. Isabel Ribas en las fronteras del teatro. Jesús Isla (Preciados), me convoca para su desfile de modas. Pablo Castellano montó su bronca en el XXI sobre el XXX Congreso PSOE. Nos llega la pintura catalana del Museo de Arte Moderno de Barcelona. Los del premio periodístico "Cerecedo" se han traído de estrella invitada a Bradomín. El ilustre doctor Paredes, operado él mismo, sigue operando jais. Llovet prepara bronca oratoria sobre el teatro. Falta hace.

18 jueves

Recibo propuesta de revista del corazón y de más abajo (no iba a ser uno menos, profesionalmente, que la Preysler o mi admirada Natalia Figueroa), para crónica pagada a precios de nuevo periodismo americano. Esta guerra de princesas, que Rosa Montero ha glosado deliciosamente en este periódico, me parece un referéndum inconstetable sobre las preferencias literarias, afectivas, sentimentales y semanales de nuestras amas de casa. Pero -gran cuidado-, no confundir eso con la opción política respectiva. Precisamente porque la middle/middle class española vota mayoritariarnente opciones progresistas, puede luego "vacar" (Ortega), durante todo el año, a una vida vicaria de princesas, playbois y baroneses que constituyen "la materia de sus sueños", pero que de ninguna manera soportarían al frente de su país, sufragándose el monóculo con los impuestos del trabajo. Todos vivimos desdoblados, como Kafka. Las amas de casa, también.

20 sábado

Veo en los minicines de mi pueblo lo "esencial" de AH/Suspense. (Para corroboración de mis juicios -negativos-, sobre el genio cinematográfico del crimen, tan mal acogidos aquí por algunos lectores, ver Memorias de Graham Green, que menosprecia al gordo y a su apologista, el francés Truffaut: Green, con un solo filme policiaco, El tercer hombre, supera toda la obra y la vía de AH). Pero a lo que iba: no muy lejos de estos minicines, tuvo lugar el crimen de los Urquijo, mientras yo me bañaba en mi piscina olímpica, a la luz de la luna. (Espero que no me embaúlen por eso. Ahora, Rafi lo confiesa todo, y se hace difícil admitir que lo haya hecho por dinero. ¿Para qué quiere el dinero un hombre que no va a salir jamás de la cárcel? "Después de los asesinatos, Myriam me entregó la pistola". Un amigo se encargó de tirar el arma al pantano de San Juan. "¿Y por qué iba yo a hacer esto?". "Porque me amas", le dice Myryam, en mala de comic. Lo de uno, obviamente, no es acusar ni absolver, sino cronificar. Después de todo, las novelas de Agatha Christie transcurren siempre entre la nobleza o la alta burguesía inglesa. ¿Por qué pensar y defender que nuestra high/high es intocable? La conozco bien y, como estamento, tiene todo mi respeto, como el estamento de las porteras. Sólo que la portera no suele matar al portero, ya que nada gana con eso, mientras que la marquesa -en la literatura- suele asesinar al marqués por intereses, que casi siempre con muchos. Y a partir de este rudo esquema, todas las complicaciones que dé la literatura o la vida. Siempre da más la vida. "Myriam, Juan y el administrador estaban en el crimen", dice Rafi en los hebdomadarios. A lo mejor él también. Así como el caso Dreyfus fue el proceso a un estamento -el militar-, el caso Urquijo puede ser el proceso a una clase que ya está bastante procesada por la Historia. A Myriam la he visto hace poco, lo cual que muy mona.

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