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El Atlético supo contener la ofensiva del Valencia

Pocas veces sale bien el planteamiento conservador de la búsqueda del empate a cero. Para confirmarlo, la excepción de anoche, cuando el Atlético, con escasas aspiraciones, consiguió el empate que buscaba, pudiendo incluso, hacia el final, haber inclinado el balance a su favor merced al intenso dominio que creó cuando Luis Aragonés sacó un delantero en respuesta al nuevo defensa que, por su parte, introdujo Roberto Gil en el Valencia.Durante toda la primera parte los bostezos desencajaron alguna mandíbula entre el público, viéndose sólo una ocasión en el minuto 12, cuando Landáburu envió a las vallas de publicidad un pase de Hugo Sánchez o cuando en el 17 Jon García robó un balón y se colocó ante Mejías para perder dulcemente el balón. El primer disparo encuadrado hacia el marco no llegó hasta el minuto 31, cuando Quique disparó potentísimo y Sempere hubo de desviar apuradamente a córner. Una internada de Hugo Sánchez fue cortada en falta quizá dentro del área, pero el árbitro ordenó su ejecución desde fuera de ella.

Ya en la segunda mitad, no cambió el panorama hasta el minuto 55, cuando una fricción entre Castellanos y Votava hizo vibrar a los jugadores de un equipo y otro quienes, a partir de ese momento, empezaron a correr, luchar y hasta a jugar mejor. De esta manera, se sucedieron las jugadas de cierta peligrosidad, contabilizándose como más destacado una melée ante Mejías en el minuto 63, un cabezazo de Jon poco después, un cruce providencial de Arteche ante Cabrera, otro disparo fuera de Julio Prieto en la portería de enfrente y, sobre todo, una ocasión de Hugo Sánchez en el minuto 86, quien, tras salvar a Tendillo y quedarse en solitario ante Sempere, no tuvo la serenidad suficiente para enviar el esférico a la red.

Lo más interesante fue, sin duda, el efectivo y limpio marcaje de Quique a Hugo Sánchez. Quique no sólo desarboló al mexicano, sino que incluso tuvo impulso de sobra para lanzarse con peligro al ataque.

Entre lo más desechable del juego, ciertas brusquedades, generadas casi siempre por culpa de la mala interpretación arbitral, llegando incluso al feo gesto de Jon García, que pateó a Mejías, caído tras un encontronazo con Cabrera. Por cierto, Mejías demostró con varias intervenciones meritísimas que tal vez se merezca más confianza de la que hasta ahora se le ha venido otorgando en las riberas del Manzanares.

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