Cómo librarse de los resfriados

El catarro o resfriado común es una infección de tipo vírico que, en principio, no reviste ninguna gravedad, pero resulta terriblemente molesto. Se manifiesta con dolor de garganta, cefalea, mucosidad nasal abundante, sensación de opresión en la cabeza, tos, falta de apetito y debilidad. No suele acompañarse de fiebre -a pesar de que es frecuente tener sensación de frío y calor- o, cuando se da, ésta nunca es alta, por lo que se distingue de la gripe, confundida frecuentemente con los constipados.El malestar dura como mínimo tres días y no se alarga más de una semana. El virus afecta al aparato respiratorio superior provocando la inflamación de la mucosa nasal, garganta, laringe y senos maxilares. La benignidad de esta infección es al tiempo su máximo riesgo, ya que las secuelas de un catarro mal curado pueden ser graves para los niños, ancianos y personas que por algún motivo -como estrés, cansancio o depresión- se encuentran bajas de defensas. Cuando surgen complicaciones se pueden desencadenar otras infecciones en los pulmones, senos nasales y oídos, que sean difíciles de erradicar. Conviene por ello consultar al médico cuando los síntomas se alargan demasiado tiempo o se cogen constipados con excesiva frecuencia. Hay además una serie de medidas que ayudan a librarse de los constipados, como ventilar adecuadamente las habitaciones, aunque haga frío en el exterior. Precisamente la calefacción, el exceso de prendas de abrigo y los locales cerrados favorecen los catarros.

Vahos y vapores

Los paseos al aire libre alivian la sintomatología y, desde luego, está totalmente contraindicado fumar. No suele ser necesaria la administración de antibióticos, salvo cuando hay complicaciones; tampoco existe una relación directa y comprobada entre la vitamina C y la ausencia de resfriados, pero sí es cierto que un organismo fuerte en defensas se libra más fácilmente de las infecciones. La vitamina C es fundamental en la formación y protección de los tejidos intercelulares, en el mantenimiento de los vasos sanguíneos y en la salud de los dientes y encías.

El calor excesivo que desprenden las calefacciones no sólo seca el ambiente, sino también el interior de los conductos nasales, al respirar aire demasiado caliente, con lo que se pierde parte de las defensas naturales del organismo frente a las agresiones externas.

Una buena salud se basa fundamentalmente en las medidas preventivas. Por ejemplo, antes de acostarse sitúe en la habitación un recipiente con vahos de eucalipto. Respirará bien mientras duerme y descansará mejor. Puede hacerlo también en el salón o el cuarto de los niños, sobre todo cuando empiezan a funcionar las calefacciones.