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DUDAS SOBRE EL MÓVIL DE UN HOMICIDIO

Un clérigo presenció desde una ventana del seminario conciliar la agresión que costó la vida al médico Carlos Malo

El clérigo Luis Martín, que reside en el seminario conciliar de Madrid, ubicado en la calle de San Buenaventura, muy próxima a la plaza de Gabriel Miró, acudió ayer al departamento de homicidios de la policía madrileña, en la Puerta del Sol, para prestar declaración sobre la muerte del médico Carlos Malo. Martín presenció el hecho desde una ventana de la tercera planta del seminario conciliar y se decidió a acudir a la policía al tener constancia de que redactores de EL PAIS conocían su condición de testigo presencial de los hechos y querían mantener con él una conversación.

Martín, de tez morena, mediana estatura y unos 30 años de edad, explicó ayer, después de haber prestado declaración ante la policía, que en torno a las dos de la madrugada del sábado se encontraba en la tercera planta del seminario con un compañero y observaba la plaza de Gabriel Miró desde una ventana, sin que nada le llamara la atención, hasta que escuchó un quejido. Pudo ver entonces como uno de los que identificó como agresores retiraba la mano del pecho de otro hombre (el doctor Malo), que se dirigió por su propio pie hacia el restaurante El Landó.Los dos agresores. que podían ser jóvenes, corrieron cuesta abajo, hacia la calle de Segovia. Después, un cuarto hombre (Manuel Ambite) salió del automóvil junto a cuya parte trasera se había desarrollado el ataque y recogió del suelo un gorro blanco, que el clérigo no recuerda haber visto en la cabeza de los dos asaltantes. El testigo afirma que no escuchó antes del quejido gritos, increpaciones o voces altas capaces de atraer su atención. "Tengo la sensación de que todo fue muy rápido, incluso antes de que yo orientara la mirada hacia la escena".

Charla en un bar

El nuevo testigo presencial del homicidio había hablado el mismo sábado, en torno a las 7 de la mañana, con uno de los copropietarios del bar Pascual, en el número 24 de la calle de Bailén, que se encontraba atendiendo a los clientes en la barra, y le dijo que había presenciado desde una ventana del seminario conciliar el incidente de la madrugada. El empleado del bar Pascual recuerda que Martín, de quien. sabía que reside en el seminario, aunque ignoraba su identidad exacta, le pidió alguna bebida y le preguntó al camarero si sabía qué había sucedido durante la madrugada cerca de la esquina de la plaza de Gabriel Miró con la calle de San Buenaventura. Pascual le contestó que había oído comentarios sobre la muerte de un hombre.El clérigo relató entonces al camarero que precisamente había visto desde una ventana del seminario conciliar cómo dos hombres se enfrentaban a otra persona que estaba junto a un automóvil en el punto citado, y aseguró que uno de los individuos realizó un gesto que ahora interpretaba que podía tratarse de una puñalada. Los dos agresores huyeron sin efectuar el menor movimiento que pudiera inducir a pensar que querían robar algo a su víctima. El hecho de que ésta se dirigiera por su propio pie hacia el restaurante le hizo creer que se trataba de un incidente menor, sin importancia.

Un portavoz del seminario conciliar de Madrid había declarado ayer por la mañana que no tenía conocimiento de que ninguno de sus compañeros de residencia hubiera presenciado la agresión que sufrió el doctor Malo. El director del seminario se encuentra fuera de Madrid y en el establecimiento religioso, en el que aún no ha comenzado el nuevo curso, pernocta, una cuarentena de seminaristas y algunos profesores.

El seminario conciliar ocupa un edificio de gran superficie que forma una ele abierta hacia la esquina de la plaza de Gabriel Miró con la calle de San Buenaventura, donde se encontraba aparcado el BMW, matrícula M-7808-FM, propiedad de Carlos Malo, junto al cual se produjo la agresión que costó la vida al médico.

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