Margarita Robles
A sus 27 años ha tomado posesión como magistrada de la Audiencia Territorial e Barcelona
J. J. ECHEVARRÍA Esta mujer menuda y de ojos azules nació hace 27 años en León, aunque vive en Barcelona desde los 12 años. "Vine a Barcelona por razones profesionales de mi padre, que es abogado y los estudios los he hecho aquí. Mi vinculación en este momento es con Cataluña". En el año 1980, con 23 años, tuvo acceso a la carrera judicial, y su primer destino fue Balaguer, en la provincia de Lérida, como juez de primera instancia e instrucción. Después, cuando llegó al juzgado de Sant Feliu de Llobregat, localidad superpoblada del cinturón industrial de Barcelona, entró en contacto con la problemática social de las grandes ciudades. "Allí estuve dos años y medio; la zona del Baix Llobregat es una zona bastante conflictiva por el índice de paro y también de toxicomanías, por lo que hay una delincuencia muy específica de robo y de delitos contra la propiedad. Por eso, al estar dos años de mi vida allí he tenido bastante contacto con estas cosas. Quizá lo que te sensibiliza un poco más es la problemática de la gente joven, los jóvenes con problemas económicos,y los heroinómanos".
Bilbao ha sido el último lugar, dentro de su periplo vital y profesional, donde Margarita Robles ha permanecido durante un año como juez de primera instancia, antes de llegar a la Magistratura de la Audiencia de Barcelona. De aquella ciudad y de la sociedad vasca Margarita ha obtenido una experiencia enriquecedora. "Hay que estar allí para conocer realmente el problema vasco, pero, vamos, yo creo que la sociedad vasca, en cuanto a la administración de la justicia se refiere, es una sociedad que tiene las mismas necesidades que el resto de la sociedad en general", comenta.
Margarita Robles ha tenido siempre muy claro, desde niña, la idea de hacer algo socialmente útil, de prestar un servicio a la sociedad. De ahí que cuando le tocó llegar a la universidad pensase en la carrera de Derecho o en la de Medicina. Finalmente optó por la abogacía, y cuando terminó sus estudios, precisamente por ese sentido de servicio, se planteó entrar en la carrera judicial, ya que "siempre he tenido la idea de la administración de la justicia como un servicio público, y los jueces estamos a disposición y en función de la sociedad, eso es lo importante".
El ser una de las primeras mujeres en España que toma posesión como magistrada de una Audiencia no le hace sentir nada en especial, como tampoco su juventud. Le resta importancia con modestia. "Bueno", dice, "yo he llegado aquí por concurso ordinario de plazas, y es que hoy día en la administración de la justicia se está produciendo el fenómeno de que hay gente bastanie joven que ha tenido acceso a la carrera judicial, pero yo pienso que no es un problema de edad; es un problema de responsabilidad y sensibilidad, de intentar tener una conciencia clara, de ver la administración de la justicia como un servicio público dirigido a la sociedad. Y el hecho de ser mujer no me lo he planteado para nada; esto supone un paso mas en mi profesión, nunca he tenido ningún problema entre mis compañeros".
Tampoco cree que su condición de mujer influya en los ciudadanos que se dirigen a la administración de la justicia. "El señor que va al juzgado", dice, "ya tiene bastantes problemas, es una cosa que ve distante y no le gusta, como para plantearse si la persona que tiene detrás es un hombre o una mujer. La gente que va al juzgado, como desconoce la administración de la justicia, va con miedo. Entonces no le preguntesá ese señor si es un hombre o una mujer el que le va a decretar la prisión o la libertad, o le va a separar o divorciar".
Margarita Robles es una mujer que intenta aplicar la ley desde un punto de vista progresista. Esta circunstancia hace que pertenezca a la Asociación de Jueces para la Democracia, colectivo que agrupa a unos 150 jueces españoles. "En este momento", dice, "la carrerajudicial, a nivel asociativo, pasa por una cierta encrucijada. Estamos en las conclusiones del último congreso, que se celebró en Madrid en el mes de mayo. Se ha dado un plazo de seis meses; entonces lo que se va a intentar es contactar con gente que tenga un espíritu abierto y crítico de la administración de la justicia y llegar en un margen de seis meses a una citación marco lo más amplia posible, que no excluya a nadie, en la que pueda estar toda esta gente que tenga la concepción de la administración de la justicia como un servicio público".
Para Margarita, su profesión es un reto, "y, con todo lo que tiene de positivo, eso implica una superación cada día".
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