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Hong Kong desea obtener una mayor autonomía antes de pasar a manos chinas

Cuando el Reino Unido y la República Popular China han alcanzado un acuerdo sobre el futuro de Hong Kong, en la colonia británica comienzan a oírse voces que piden una rápida democratización de las instituciones y un Gobierno autónomo para Hong Kong antes de que, en 1997, revierta a la soberanía china. Hasta ahora la colonia ha estado regida por un gobernador designado en Londres, que contaba para su asesoramiento con dos consejos, el ejecutivo y el legislativo, compuestos por funcionarios y habitantes de Hong Kong, que eran también designados y carecían de representación popular.

Los únicos órganos de gobierno elegidos directamente han sido los consejos urbanos y de distrito, aunque la participación popular en estos comicios siempre fue muy escasa, y en los últimos, celebrados en 1983, sólo votó un 30%. Un proyecto de democratización del consejo legislativo (Legco, según las siglas británicas), que pretendía incluir en el mismo a representantes de grupos y organizaciones cívicas, comerciales y culturales de la colonia, fue rechazado la semana pasada por casi un centenar de esas agrupaciones.En cambio, estos representantes de las fuerzas vivas de la colonia pidieron una representación directa en el consejo legislativo, especie de parlamento, que debería comenzar como muy tarde en 1988. La petición no puede calificarse de exagerada precisamente, ya que sólo aspira por el momento a que una quinta parte de los miembros del consejo sean elegidos mediante voto directo.

Varios parlamentarios británicos que han visitado la colonia en los últimos días coincidieron en criticar la lentitud del proceso democratizador en Hong Kong. Todos mantienen la tesis de que si es inexorable la restitución de Hong Kong a China, lo mejor es que la colonia cuente con una forma de gobierno autónoma que Pekín podría respetar.

Sin embargo, y aunque las autoridades chinas se han comprometido a mantener el sistema económico y ciertas libertades vigentes en Hong Kong, hay quien cree que un proceso de democratización a marchas forzadas contaría con la oposición de Pekín. Otros piensan que una vez alcanzado el acuerdo entre China y el Reino Unido todo lo demás sobra, y a los 5,5 millones de habitantes de la colonia no les queda otra opción que cruzarse de brazos y esperar 13 años.

El problema principal consiste en que, aun en el caso de que se estableciera en Hong Kong una democracia directa, las autoridades elegidas por el pueblo no tendrían ni siquiera oportunidad de renegociar el compromiso firmado por China y la metrópoli.

El acuerdo que se rubricará el miércoles en Pekín debe ser ratificado por el Parlamento británico y por la Asamblea Nacional china. Algunos sistemas de consulta indirecta, como sondeos de opinión pública, se realizarán después para conocer la opinión de los habitantes de la colonia, pero sin que esos resultados tengan otra utilidad que avivar el debate en la Cámara de los Comunes y retrasar en mayor o menor medida la ratificación del acuerdo por Londres. Ratificación que nadie en Hong Kong duda que se llevará a cabo antes de fin de año.

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