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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El 'millonario' un extraño billete de banco

Samuel Langhorne Clemens, conocido universalmente con el nombre de Mark Twain, pese a que sus relatos literarios parecen desde el libro pedir a gritos acción en imágenes, no ha tenido que digamos mucha suerte en el cine. Hay media docena o más de películas -aparte de dos series de televisión, con actores una y en dibujos otra- realizadas más a costa de sus novelas y cuentos que sobre ellos.Hay, que yo sepa, un par de versiones de Tom Sawyer; una de Huckleberry Finn, que tuvo cierto éxito; se hizo Un yanki de Connecticut, con no sé qué título en España, si es que lo tuvo; se realizó una versión de El mejor gana, y otra de El príncipe y el mendigo.

Como remate hay, incluso, una película biográfica sobre el escritor, en la que hay mucho añadido a su vida de la propia ficción de sus novelas, titulada Las aventuras de Mark Twain. "Y está también el filme que esta tarde emite televisión: El millonario.

El millonario se emite hoy a las 15

35 por la primera cadena.

La película está basada en un divertidísimo y mordaz cuento de Twain titulado El billete de un millón de libras. El argumento del filme se atiene en general al original, aunque la cortedad de éste hizo hinchar a los guionistas el relato, y, más tarde, obligó al director, el británico Ronald Neame, a dar al filme un tono moroso que contrasta con el trepidante cuento de Twain, quitándole frescura, alegría y, con ellas su gracia y mordacidad.. No obstante, el filme, realizado en 1953, está bien compuesto, y en él Gregory Peck hace un buen ejercicio de sobriedad interpretativa. La película no es una obra maestra, pero algo queda de la originalidad del relato de Twain, del humor y la ironía del desafío que unos ricachones británicos hacen a costa de¡ indigente personaje que encarna Peck, cuando le ponen al alcance de la mano un singular billete de banco por valor de un millón de libras. La aventura, cosa muy de Twain, se hace una especie de irónica desventura optimista.

La película, para haber salido redonda de la fábrica, hubiera necesitado de los oficios de un director de más fuste que el inglés Ronald Neame, formado más como productor -tres buenas películas de David Lean, Breve encuentro, Cadenas rotas y Olíver Twist las produjo él- que como director. En 1947 comenzó su carrera como tal con La salamandra de oro, que sigue siendo su filme más conocido, al que siguieron, entre otros, los anodinos Alarma en el Extremo Oriente, La fuga de Zaharin, Mujer sin pasado, El aventurero de Keniá, Ladrona por amor y otras. A destacar un filme suyo, no bueno, pero que lleva dentro, en clave histriónica, una brillante creación de Alec Guinness: Un genio anda suelto. Y poco o nada más.

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